Tuesday, May 17, 2011

La Dama y el Valet

Esta es, desafortunadamente, una historia de la vida real, una tragicomedia.

Me gusta llamarla así por que al principio me pareció una tragedia y al pasar

de los días y los acontecimientos se transformó en una comedia, un poco

obscura, pero una comedia al fin y al cabo.


Un viernes decidí tener un poco de vida social, así que acordé con algunas

amistades ir a tomar algo a un lugar bueno, bonito y barato. Empezó la

travesía. A pesar de vivir a una gran distancia del lugar fui a ver a mis

amigos. Nunca llevo mi coche cuando sé que voy a tomar aunque sea una

cerveza, pero ese viernes me dispuse a vivir peligrosamente y fui en mi auto.

Dejé mi coche en el Valet Parking del lugar. Acá se pone interesante…

Después de departir con mis amistades, decido irme ya que, mis labores de

madre exceden mis necesidades de socializar. Le doy el boleto al Valet,

quien al verme, sin voltear a ver el boleto, me dijo el modelo y color de mi

coche, en ese momento pensé: wow! Que profesionalismo, que atención… Mi

admiración se convirtió en desesperación cuando pasaron 20 minutos y no

traían mi auto, al cabo de un rato finalmente llegó, le puse cara de odio al

valet y le pregunté sarcásticamente si habían dejado muy lejos el coche. Un

poquito molesta me fui a mi casa.


En el trayecto mi pequeña molestia por el tiempo de espera se convirtió en

incomodidad, en una urgencia indescriptible de llegar a mi casa y checar mi

coche. ¨No vaya a tener un rayón¨ pensé… Me estacioné e inmediata y

frenéticamente me puse a checar centímetro a centímetro, no encontré

ningún rayón y me sentí aliviada. De pronto, tuve el impulso de checar si

estaba la llanta de refacción y la herramienta. No estaban. Sentí un agujero

en el pecho. Ay Diosito, me va a matar mi marido… ese pensamiento era

recurrente en mi cerebro. No creí ser tan estúpida, así que fui a la oficina de

mi esposo para cerciorarme de que efectivamente soy así de estúpida… creí

por un momento que quizá si estaba ahí la llanta y que por distraída o lo que

sea, no la había visto. No, no estaba la llanta. Me armé de valor y fui al lugar

de los hechos a enfrentarme al Valet.


Llegué y el Valet tan atento cómo siempre me dijo: “¿señorita, se va a

quedar?¨ Le contesté que me iba tan pronto me dieran mi llanta. Se quedó

helado. Llamó a los acomodadores, obvio todos lo negaron, pero

misteriosamente faltaba el ¨nuevo¨ al que habían contratado apenas hacía

unos días y ya no estaba. Después de varios minutos de discusión, logré que

se comprometiera a regresarme mis cosas, hice del conocimiento del dueño

del establecimiento lo sucedido. El valet me dijo muy seguro que me iban a

dar el dinero o mis cosas el siguiente miércoles. Un poco incrédula me fui a

mi casa.


El lunes a primera hora fui a la agencia del coche, a pedirle a mi asesor que

me indicara que faltaba, exactamente, no fuera que me chamaquearan al

momento de entregar mis cosas. El asesor me comentó que tenían que

llamar a un especialista en llantas para especificar la medida de la llanta ya

que no era una medida estándar. Me escribió en un papel todo lo que hacía

falta y los costos de cada cosa. Pensé; Demonios! Esto suena muy

complicado y mi conocimiento e interés por asuntos Automovilísticos son

inversamente proporcionales a la hueva que me dan.


Es en este punto dónde la tragedia se convierte en comedia:


El martes en la noche me llama el Valet (yo le había dado mi teléfono para

que me avisara si tenía mis cosas antes). Me comenta que ya compraron

todas las cosas que me hacen falta. Yo le expresé mi preocupación de

acuerdo a lo que me dijo el asesor de la agencia… la medida especial de la

llanta y todas esas cosas que en mi cabeza sonaban cómo cuando la

maestra de Charlie Brown habla….


En cuanto le dije que me parecía muy raro que tuviera la llanta por aquello de

la medida especial y demás el valet decide hacer una confesión. ¨No seño, la

verdad la verdad es que fuimos a la casa del tipo ese y lo obligamos a que

nos diera sus cosas, dijo que ya las tenía vendidas, pero lo obligamos¨ Le

pregunté entonces… Ah, o sea, ¿Me van a dar mis cosas?, ¿Las que me

robaron?. SI seño…. Me contestó.


Hay varias cosas que me parecen increíbles de esta historia, de entrada que

yo haya sido el objeto de este robo, seguro me vieron cara de bruta o de que

iba a salir bizca de borracha y que no me iba a dar cuenta y si me daba

cuenta, no iba a regresar y que yo me iba a hacer responsable por mis

pérdidas.


También me parece increíble que haya sido tan ¨fácil¨ hacer que se

comprometieran a regresar mis cosas… supongo que la compañía de Valet

parking tiene la mejor aseguradora de México.


Pero lo que excede la razón es la confesión del valet, efectivamente me

robaron mis cosas, pero cómo los descubrí, me las van a devolver.

Esta historia es, una estrella más del Bicentenario. Viva México!

--- por Amy Kegan @AmyKegan

2 comments:

  1. WWOOWWW... UNA EXPERIENCIA QUE AL MENOS YO TE AGARDEZCO Y SI ME LO PERMITES INVITARÉ A MIS AMIGOS A QUE VISITEN TU BLOG.. MUCHAS GRACIAS... (JC)

    ReplyDelete
  2. Amy, dinos en que Restaurant pasó esto! si denunciamos públicamente a los lugares y cias q permiten este tipo de abusos podremos ganar los consumidores. La vdd sí es trágico - cómico lo q te pasó! :D

    ReplyDelete

Para dejar tu comentario puedes registrarte vía las opciones que te brinda la ventana o ya bien como "anónimo" (pero nos encantaría que nos dejaras tu nombre). No te vayas sin dejarnos tu comentario. ¡Gracias!