Monday, May 16, 2011

Bitácora de peso.

Es oficial: estoy gordo. No puedo culpar a nadie por ello, pues aunque dejé de fumar y eso coadyuvó un poco (regresan el hambre y las ganas de tener algo en la boca), la verdad es que hice mucha desidia, y aunque me prometí iniciar la dieta y regresar al gimnasio el próximo lunes, ese lunes no llegó,

lo postergué y ahora estoy en pánico total porque mi ropa me queda muy justa, sobre todo los pantalones que me aprietan en donde alguna vez estuvo mi cintura (cintura de gallina es lo que ahora tengo). Y para rematar, me siento fatigado y pesado.

En mi niñez fui gordo -disculpen si no utilizó el diminutivo para este adjetivo, pero endulzar la palabra no me hace perder kilos- pero es curioso, hace unos años (ahora tengo 37) la gordura no era considerada un problema de salud, incluso se tenía la falsa idea de que un bebé gordo se veía, además de simpático y tierno, muy sanote. Nadie contaba las calorías, y la contraparte de este asunto, la anorexia y la bulimia, tampoco eran frecuentes o siquiera conocidos.

Al llegar a la adolescencia los cambios hormonales hicieron su trabajo y sin cambiar mis hábitos de alimentación, bajé de peso. ¡Ah, divina juventud! Podía comer de todo sin ninguna consecuencia en mi talla o en mi cintura (¿se nota que la extraño?); y si hacía dieta, porque no falta alguna amistad o pariente lejano que te dice “como que estás muy repuestito”, con ponerme a brincar y correr unos días y no comer “chunches”, estaba nuevamente en forma. Pero el tiempo es implacable con todos y nuestro metabolismo se vuelve más lento, somos menos vanidosos porque ya no estamos tratando de conquistar a alguien y nos vamos descuidando. ¡Muy mal por nosotros, tache!

México es el segundo país con el mayor número de personas con sobrepeso, lo que genera más problemas de los que parece; si bien la parte estética es importante, deberíamos interesarnos más en la salud y reflexionar que sin salud no hay belleza. Las consecuencias que provoca esta mala alimentación, provocan: diabetes, desgaste en huesos y problemas cardiacos en gente cada vez más joven; los niños también se enfrentan a problemas de peso, a la consecuente discriminación, el “bullyng” y el estigma al ser tachado en la escuela como “la gorda”, a la baja autoestima y a la depresión. Entre los adultos no cambian mucho las cosas; como por arte de magia le quitamos todas las características, valores y cualidades a una persona y pensamos en ella como alguien “gordo”. ¡Qué terrible! ¿Qué vamos a hacer? ¿Por dónde empezamos?

Afortunadamente, hoy contamos con mucha más información para orientarnos sobre este asunto. Pero nada sirve si uno no está dispuesto a llevar a cabo en su vida algunos cambios. Seguramente te preguntas: ¿entonces ya no volveré a comer un taco de carnitas o a tomarme un refresco? ¿tengo que renunciar de por vida al arroz con leche o a los tamales de piña? No, la respuesta es no, lo que debemos hacer es cambiar nuestros hábitos sin que eso signifique comer exclusivamente “comida de dieta”. Se fracasa en el régimen precisamente por una mala planeación de la misma, por hacerla extrema, por prohibirse el comer una rebanada de pastel el día de su cumpleaños. Hacer una dieta para bajar de peso no es sinónimo de matarse de hambre, ni de sólo comer lechugas. Comemos para satisfacer el hambre, pero aprender a comer implica saber nutrirnos para que todo en nuestro organismo funcione correcta y balanceadamente, pues ante la falta de un nutriente, podríamos afectar otras partes de nuestro cuerpo, por ejemplo, una dieta donde se suprimen drásticamente los lácteos, tendrá un efecto negativo en los huesos, si no se toma calcio; partes de nuestro cuerpo en las cuales no reparamos al hacer dieta, como el pelo o nuestra piel, están en riesgo de perder su brillo y lozanía, respectivamente, si no tomamos vitaminas y complementos alimenticios. Y no vamos a desarreglar nuestro cuerpo ni por dentro ni por fuera, ¿verdad?

A continuación, te voy a dar unos tips para que juntos podamos iniciar este nuevo estilo de vida con más facilidad.

No te presiones: perder peso no es una competencia, ni tampoco es recomendable perder kilos tan rápidamente. Recuerda que cada organismo es diferente y son muchos los factores que influyen en el metabolismo (edad, sexo, ritmo de vida, estrés, etc.) para adelgazar. Nadie te exige una fecha límite. Tampoco revises tu peso cada quince minutos. El organismo comienza a perder peso después de quince días de régimen, aproximadamente.

Informa: avísale a tus familiares, amigos y compañeros de trabajo que estás a régimen, pero también pídeles ayuda para que se solidaricen contigo y no te lleven tentaciones, pero no permitas el chantaje de quien te ruega que comas algo que no debes. El respeto a tu dieta te servirá para saber quien se preocupa por ti. ¡Hasta podrías inspirar a alguien más a bajar de peso!

No pontifiques: una persona a dieta que critica a los demás por no estarlo, no es nada agradable. Explica que estás a dieta, pero no sueltes una cátedra que inicie con un: “tú también deberías”. Además de peso, corres el riesgo de volverte insoportable y perder amistades.

Relájate: sí, muchas personas al hacer dieta se tornan nerviosas o irascibles, pero esto sólo provocará riñas y que después te sientas mal por tu comportamiento. Respira profundo y cuenta hasta diez millones.

Muévete: hacer ejercicio es el mejor complemento de la dieta, pero debes encontrar el que más te guste o terminarás abandonándolo. Investiga y prueba cuál va más con tu personalidad.

No te vuelvas “light”: necesitamos comer de todo un poco para estar sanos, el problemas son las cantidades enormes de alimentos que no procesamos tan rápidamente y que no nutren. Algunos productos llamados “light” pueden no tener azúcar pero estar llenos de carbohidratos. Este tipo de alimentos deben usarse esporádicamente, no como alimento del diario. Si disminuyes la ingesta de refrescos, de harinas blancas y de alimentos altamente grasos, el resto de tu alimentación se vuelve ligera. Si tienes antojo de algo dulce, es preferible comer fruta, pues los sustitutos del azúcar no facilitan la pérdida de grasa; irónicamente, si dejas de consumir grasa, tu cuerpo producirá más para tener reservas. El aceite de oliva es la mejor opción, sustitúyelo por el aceite de maíz, la mantequilla, la manteca y la margarina.

No hagas tu dieta aburrida: quitarte algunos alimentos no significa que debas comer desabrido, ni lo mismo todos los días. Contamos con una gran cantidad de especias para sazonar, no las olvides. Investiga y sé creativa a la hora de cocinar para que tu comida siempre tenga buen sabor, se te antoje y haga que te olvides que estás a dieta.

No te culpes si fallas: a veces el hambre nos traiciona y nos damos un atracón. Si te ocurre, no te enojes contigo, nadie somos perfectos. Si crees que vas a caer en la tentación, ten siempre a la mano verdura (pepinos, zanahorias, etc.), fruta picada o semillas (almendras, nueces). Toma agua, distrae tu mente con un libro o con música.

Una vez que llegues a tu peso, si no quieres sufrir el temido “rebote”, no vuelvas a comer como lo hacías antes. El “rebote” es el resultado de regresar a los mismos malos hábitos

He dejado para el final lo más importante, lo que casi nadie hacemos antes de iniciar una dieta: ir con un nutriólogo. En lugar de gastar miles de pesos en productos milagro que no están avalados por instituciones de salud confiables, o de inscribirte al mejor gimnasio en la clase de yoga aérea, es mejor ir con un doctor para que nos valore y nos indique cómo y qué debemos hacer para perder peso. El nutriólogo es como un terapeuta, un consejero, un amigo en el cual puedes confiar porque está capacitado para orientar y supervisar los avances en tu dieta.

Pues bueno, manos a la obra, yo voy a comenzar hoy mismo. ¿Y tú?

--- por Alberto Gonze @demoniopurpura

2 comments:

  1. Me gustó mucho la publicación! =) Creo que también es muy importante ir cambiando la forma de pensar respecto al cambio en el estilo de vida y más en México, donde te señalan por estar gordo, pero los lugares para comer ofrecen sólo grasa y carbohidratos.

    En nuestra cultura son pocas las personas que respetan y no son incisivas en que eres un mamón por negarte a atascarte en el cine/partido/what-not. Lo padre de esto es que aprendes mucho no sólo sobre ti, sino sobre la gente a tu alrededor.

    Llevo 8 meses con mi nutrióloga y llevo 12 kg abajo. =)

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  2. Me gustó mucho. He pasado por varias de la etapas que describes aquí jaja... Bien dicho ,¡ hay que cambiar! :)

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