Wednesday, June 30, 2010

La culpa es de la Oxitocina

¿Me quieres?

¿Entonces por qué nunca me lo dices?

¿Pero CÚANTO me quieres?

¿Mucho?

¿Más que a tu ex?

¿Me vas a querer para siempre?

De acuerdo. Estas son preguntas que hacemos las mujeres, no los hombres. Tradicionalmente, somos nosotras las que desplegamos esa necesidad de saber que nuestra relación va a durar, que no está amenazada por factores externos, que nuestra pareja suspira sin control al pensar en nosotras. Los hombres normalmente no entretienen estos pensamientos a menos que exista alguna buena razón.

Se han escrito libros sobre la forma en que las mujeres nos apegamos insensatamente a los hombres aún cuando las señales que nos mandan sean casi tan claras como si nos enviaran un telegrama con un mensaje corto y directo:

“Necesito (punto) mi (punto) espacio (y punto).

Todavía recuerdo cuando un novio que tuve hace varias vidas se atrevió a decirme que el problema era que yo estaba más enamorada que él. ¿Y qué hice? ¿Mandarlo al mismísimo demonio, como era de esperarse? ¿Acompañarlo a la puerta y cerrar con llave? ¿Reírme en su cara y preguntarle “estás seguro, mi amorrrrr”? No. Ojala, pero no.

Lo que hice fue entrar en un maratón desesperado por “emparejar” su nivel de amor con mi nivel de amor (cómo chingaos no se iba a poder). No quisiera ahondar mucho en los resultados de estos esfuerzos. Baste decir que mi corazón fue atropellado, estrujado, pisoteado, humillado, pulverizado, y desmantelado a pedazos. Se retorcía como almeja con limón. Después de mucho, mucho tiempo y varias sesiones de costoso psicoanálisis, llegué a la conclusión de que yo soy una reina encantadora y él un verdadero neanderthal, un macho misógino y patán de pie chiquito que jamás fue digno de mis múltiples (y cuando digo múltiples, quiero decir múltiples) atenciones.

Durante años me atormentó haber sido tan estúpida. Me consolaba el hecho incontrovertible de que había varias amigas tan estúpidas como yo, que se habían intentado pegar a sus parejas con cola loca (el pegamento, no piensen mal). ¿Cuántos litros de café, tequila y helado habremos consumido juntas, pensando por qué no habíamos amarrado, concretado y firmado con el ser idolatrado? ¿Qué hicimos mal?

Para mayor desdicha, después de nuestras rupturas colectivas, nuestros ex novios parecían recuperarse sin el menor esfuerzo. A otra cosa, mariposa. En mi caso personal soy experta en dejarlos listos para el matrimonio…con otra. Es un verdadero don.

Una respuesta a estas eternas interrogantes me llegó una noche, cenando con un grupo de amigas después de ver “Sex and the ciy 2” (malísima, por cierto, pero hay que verla porque es sex and the city y ni modo).

Una de ellas acababa de terminar una relación algo tormentosa con su galán. Era quizá el quinto intento fallido que había hecho por hacerla funcionar. Cada vez, nos decía que esta era ya la ruptura definitiva, pero cada vez, el efecto resistol 5000 la hacía regresar no tanto a él, sino a la idea de él, a la que ella se había apegado fuertemente.

De pronto, la güera (así le decimos) exclamó una frase que cambiaría mi comprensión de la naturaleza femenina (y masculina) para siempre:

“Es culpa de la oxitocina”

Whadafuck?

Y aquí empieza la parte teórica.

La oxitocina es la sustancia química del enlace. Se conoce, ni más ni menos, como la hormona del apego y se le ha llamado “la molécula del amor”. Durante el parto, la mujer segrega altos niveles de oxitocina que cumple la función de fortalecer el vínculo de la mamá con el bebé. La oxitocina en la mujer favorece su capacidad de responder a las necesidades emocionales de otros y a ser más empática y menos agresiva. La oxitocina favorece también la confianza y la generosidad.

Durante la relación sexual, tanto los hombres como las mujeres segregan oxitocina. Por eso, ellos son más propensos a decirnos que nos quieren en medio de la maroma. Pero, ¡SORPRESA! Después del orgasmo, los niveles de oxitocina del hombre bajan inmediatamente, y los de la mujer no. De ahí nuestra necesidad de seguir abrazaditas, oyendo palabras bonitas susurradas al oído, y de ahí mismo, la necesidad de ellos de fumarse un cigarro, darse la vuelta y a dormir como osos.

NO ES JUSTO. No es justo. No es justo, no es justo, no es justo. No es justo. Ah, y no es justo.

A mi me parecería fantástica esta hormona si su producción estuviera un poco más equilibrada con la de los hombres. Me encantaría que algún laboratorio desarrollara un “shot” de oxitocina para aplicarlo al ser amado en momentos estratégicos. Y ya entradas en gastos, por qué no sugerimos desarrollar un antídoto, una especie de pastilla de amnesia que nos haga más fácil desapegarnos de una relación que ya murió y a la que no hemos querido darle cristiana sepultura.

Sin embargo, como hasta el momento esas drogas son sólo parte de mi imaginación, creo que es muy importante hacer las siguientes recomendaciones:

· Si él no te ha llamado en toda la semana y estás a punto de marcar el teléfono.....

· Si sus excusas te están sonando como música celestial y empiezas a preferir sus mentiras que sus verdades….

· Si “trabaja” todos los fines de semana y sólo te puede ver los martes de 8 a 9….

· Si siente que invades su espacio…

· Si resulta que no estaba jugando golf sino jugando con una golfa…

· Si es más experto en desaparecer que David Copperfield…

· Si cortó contigo pero estás segura de que te adora, va a volver y sólo fue por darte celos….

…repite 500 veces este poderoso mantra:

“Yo soy más fuerte que la oxitocina, yo soy más fuerte que la oxitocina, yo soy más fuerte que la oxitocina, yo soy más fuerte que la oxitocina, yo soy más fuerte que la oxitocina, yo soy más fuerte que la oxitocina, yo soy más fuerte que la oxitocina…”.

Ahora bien, si tu pareja te trata como reina, si te quiere aunque no sea tan demostrativo como nos gusta a las mujeres, si disfruta el tiempo que pasa contigo y si te hace feliz, deja que la oxitocina se apodere de todos tus sentidos, porque el apego no es malo en sí mismo. El problema, mis queridas estrógenas, es apegarnos al cabrón equivocado.

Si has pasado por una sobredosis de oxitocina, desahógate, escríbenos y cuéntanos tu historia. Una cosa te podemos asegurar. No estás sola.

--- por Martha Soler @cholechita @estrogeno3

Sunday, June 27, 2010

La vida no es como la cola de las tortillas.

Coraje, frustración, dolor, desilusión, tristeza. No son sentimientos que hubiéramos querido sentir después de la participación de la Selección Mexicana en el Mundial. Rafa Márquez tenía lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta. Guille Franco de plano lloró y planteó que le preguntaría a Dios por qué no nos dio la oportunidad de hacer historia. ¿Pero sí nos las dio o no? El Chicharito habló de madurez, habló de aprender de nuestros errores, de ver por el de al lado, habló de la tristeza que siente por la situación del país. Dando la cara al país.

¿Qué nos faltó?

Dignidad, nada de llorar muchachos. Por dignidad, por nuestro país, por nuestra camiseta, por nuestra profesión, por nosotros mismos. Por dignidad debimos haberles ganado y no lo hicimos. Nuestros jugadores no hicieron todo lo posible. No jugaron con todas sus posibilidades, y sí tenían con qué, nos lo demostraron ante Francia. Nos duele y mucho ¿por qué? Porque ellos son reflejo de nosotros mismos, de lo que ocurre en nuestro país, son dignos representantes de los mexicanos. El IFE, el PAN, la Fé Católica, el Padre Massiel, la Suprema Corte de Justicia, SLIM, PEMEX, el IMSS (y específicamente la podredumbre alrededor de las guarderías), los Maestros (el tema entero), nunca estamos a la altura de las circunstancias.

“Y no lo dieron todo. No hicieron todo lo que pudieron” decía en la televisión El Chelis del Puebla. Y sí, siempre damos el paso, el paso hacia el éxito, hacia la victoria, hacia la consagración y después damos dos para atrás. Somos los campeones de las sub’s (la 23, etc., etc.) y nos encanta. Esa es la razón del por qué no damos el paso hacia delante. Y ni se enojen con Aguirre porque también es reflejo de nosotros mismos: la soberbia, la terquedad, porque creemos que somos mejor de lo que somos. También el mexicano cree que “nos lo merecemos”, que por llevar tanto tiempo hemos sacrificado lo suficiente para que “por justicia divina” nos toque ya. “Pero si la vida no es como la cola de las tortillas” me dijo mi novio. ¡Es un puto genio!

Memo Ochoa, ejemplo de la injusticia que se comete contra el talento por los “amiguismos”. El talento cándido, inocente, que se ve arrollado (en el momento de su vida donde puede lucir a nivel internacional, el Mundial es una plataforma de exhibición) y no es impulsado. Situación que se da al querer Aguirre apoyar a su amigo y padawan, El Conejo Pérez, quien después de ser seleccionado nacional no cuenta con equipo para jugar la próxima temporada. Así de descarado es ya el compadrazgo entre ellos y el abuso de poder de Aguirre en la Selección. Qué decepción. Qué dolor ver el reflejo del país en esta selección y al mismo tiempo me pregunto ¿y cómo no? ¿cómo podría ser de otra forma cuando ya hemos tocado fondo? Me duele en el alma, tengo ganas de llorar pero no debo. No debo porque perdimos contra Argentina como hemos perdido en muchas otras áreas, como por ejemplo la nuestra, la publicitaria, que en los últimos años se ha ido “yendo” a Argentina. No sólo en el football nos lleva años ganando Argentina. Me duele hasta el tuétano verlo con tanta claridad.

Tengo ganas de llorar pero no debo. No debo. Por dignidad.

--- por Ana Patricia Castañeda @GranComandante

Wednesday, June 23, 2010

"No linchemos a la Selección"

Después del resultado del partido del día de ayer contra Uruguay, donde la selección mexicana perdió 1 – 0, se tuvo el mismo tipo de reacción que cuando ganaron contra Francia. Una reacción magnificada y desmedida porque el jueves pasado ni jugaron de manera sublime ni ayer jugaron de forma ridícula (como así lo describiera una persona en WRadio). Como yo lo entiendo no es solamente que nuestra sangre latina y temperamento explosivo nos haga reaccionar de manera exagerada. Los mexicanos hemos decidido dejarle a la selección nacional y a su estratega el Vasco Aguirre la responsabilidad de demostrarle al mundo que somos capaces, que tenemos en nuestras manos la posibilidad de alcanzar el éxito, de alejarnos de nuestra realidad nacional, de sentirnos mejor con nosotros mismos. Lo cierto es que entre las notas de la sección “Nacional” de los periódicos donde se manifiesta día a día la cada vez más grande e insoportable ineptitud de nuestras autoridades (hoy tristemente incluyo a los 3 tipos de gobierno) aderezada con un increíble cinismo y la constante descomposición de nuestra confianza, paz y tranquilidad, entiendo por qué queremos dejar en manos de 11 jóvenes el frágil sueño de sentirnos orgullosos de ser mexicanos.

Notas como las 49 vidas perdidas por el incendio sin responsables directos de la guardería ABC, la increíble explicación de la muerte de Paullete, los miles de muertos por la ahora “lucha” sin fin contra el narcotráfico, los nuevos impuestos sacados de las mangas sólo para enriquecer a la clase política, las audaces grabaciones de gobernadores corruptos y sin escrúpulos, etc., etc., etc. sin que éstas generen en todos nosotros acción más allá de indignación son nuestros propios “penales” fallidos. No es justo cargarle la mano al Guille Franco, ni al Vasco ni al Cuau, debemos seguirlos apoyando mientras estén allá en Sudáfrica mientras nosotros debemos hacer lo nuestro y no callar, demandar, no solapar y terminar con lo que ocurre en nuestro país.

Así como les estamos pidiendo lograr lo que parece inalcanzable también debemos darles una razón para creer que no es imposible. A nosotros nos toca demostrar día a día nuestro amor por México, nos toca luchar por hacer de éste un mejor país. Uno por el cuál los 11 no puedan permitirse perder.

--- por Ana Patricia Castañeda @GranComandante

Monday, June 21, 2010

"Benigno Soler"

Los chequeos de rutina son universalmente temidos con buena razón. Tú te sientes como una rosa, saludable, fuerte y feliz. Desgraciadamente, nunca falta la tía que llega con un folletito comunicando que una prestigiada clínica ofrece un check-up de pies a cabeza con un muy buen descuento. ¿Por qué no?, piensas, sin imaginar siquiera las sorpresas que te esperan.

En fin, hace un par de años, tomé el folletito, hice mi cita y partí canturreando hacia la clínica. El primer golpe que me asestaron fue en la sala de ultrasonidos, donde me enteré que dichas pruebas ya no se hacen como antes, por afuerita, como Dios manda. Qué va. Con los avances de la tecnología, ahora inventaron los “Ultrasonidos vaginales”.

Sin un besito ni música de Marvin Gaye, ni una copita de vino para entrar en el mood, sacaron lo que ellos te presentan como “la cámara”, que no es otra cosa que una descomunal macana a la que le ponen un condón (no sea que vayas a quedar encinta). El doctor muestra sus habilidades de espadachín, ahora a la derecha, ahora a la izquierda, arriba, abajo y alrededor. De pronto, su expresión se torna seria. Un momentito, me dice, y se va cerrando la puerta y dejándome en pleno idilio con la macana…perdón, la cámara. Al cabo de un rato regresa con una doctora y vuelve a las artes del esgrima. ¿Ves?, le pregunta. “Sería mejor que lo vea el doctor López”, responde. Ambos salen. Regresan con el doctor López, que procedió a examinar, evaluar y sopesar. Todas las batas blancas desaparecieron para un team-back. Yo no lo sabía entonces, pero habían encontrado a Benigno.

La buena noticia que me dieron fue que Benigno era benigno (lo que claramente inspiró su nombre) . La mala, es que era un mioma del tamaño de una toronja bien dada.

Benigno tenía que ser donado a la ciencia. ¿Pero por qué?, preguntaba yo, contrariada. Si ni molesta el pobrecito. Sin misericordia, el doctor declaró que Benigno iba a ser extraído con todo y mi matriz, porque al fin y al cabo, yo ya no la necesitaba para nada. Me sentí tentada a preguntarle si necesitaba mucho sus testículos o se los podía patear, pero la prudencia y las buenas costumbres me contuvieron. Es cierto que yo ya no estaba en edad para tener hijos, pero también es cierto que era MI matriz. Mía. Era la fábrica de mis posibles hijos, que si bien había pensado ya no llegarían jamás, seguían siendo posibles. No dije recomendables, Dr. López. Dije posibles. Si no, pregúntele a Kelly Preston, esposa de John Travolta, embarazada de gemelos a la tierna edad de 47 años.

Benigno Soler llegó al mundo sin mucha ceremonia. Los únicos que quisieron tomarse fotos con él fueron los doctores, que estaban emocionados, como si hubieran pescado un enorme pez vela. Nació por lo que yo llamo mi cesárea personal, que dejó su huella en mi panza y en mi ánimo. En mi panza, porque no le hice caso a mi madre, que me advirtió que pidiera que un cirujano plástico me cosiera. En el ánimo, porque sacó a la superficie algo que yo había enterrado muy en lo profundo de mi ser y que creo compartimos todas las mujeres:

La necesidad física, psicológica cultural y espiritual de ser mamás.

El reloj biológico es una amenaza constante que se cierne sobre nosotras sin piedad. El tren que se va, el galán que se resiste a casarse (contigo), la carrera que se interpone. ¡Dios, cuánta presión!

Quizá lo que podría compartir de mi experiencia es que tienes que estar flojita y cooperando. Mi vida me salió distinta a lo planeado. No se dio ni la persona, ni el momento, ni la circunstancia para tener bebés. Estoy en paz con eso, y de hecho, disfruto de la libertad que te da no tener una responsabilidad tan grande. Pero cualquiera que sea el camino, no hace daño pensar desde ya lo que una quiere antes de que se te atraviesen los años, o en mi caso, un cirujano blandiendo su bisturí. Yo pensaba que no me iba a dar el “Uterus Blues”. Me dio. Lo pasé. Se me quitó (todo menos la cicatriz).

En conclusión, tengo dos moralejas:

Una, aunque detesten los chequeos médicos, vayan. Vayan al ginecólogo, vayan a experimentar el desagradable ultrasonido vaginal, la mastógrafía, la densitometría y lo que toque.

Dos, a pesar del condicionamiento, de la expectativa cultural y social e incluso a pesar de nuestra misma naturaleza, sí se puede ser feliz sin tener hijos. Se los dice la tía más profesional de este planeta.

--- por Martha Soler Mallet @cholecita


Monday, June 14, 2010

"Sí se puede y otros vicios nacionales"

Estaba, al igual que muchísimos mexicanos, emocionada porque el Mundial Sudáfrica 2010 comenzaba al día siguiente y México jugaba en el partido inaugural. Habíamos organizado el desayuno-futborelo y vendrían mi cuñada y su novio a verlo con nosotros así que nos dimos a la labor de prepararlo todo desde la noche anterior. Después de haber comprado los víveres y dejar lista la salsa para los chilaquiles del día siguiente me puse a leer los status de mis amigos y conocidos en Facebook así como los diferentes tweets e emails recibidos, en los que encontré en repetidas ocasiones la ya bien conocida y mexicanísima frase "sí se puede" como muestra de apoyo a la selección nacional. Sin el deseo de ofender a nadie quiero aclarar que es una frase que nunca me ha convencido del todo pero ¡bueno! reconozco que es una frase aplicada a lo largo y ancho del país y entiendo que es un tipo de "grito de guerra".

A las 9 am comenzó el partido entre México y Sudáfrica. Honestamente no soy una ferviente seguidora del football soccer pero, como a muchos, me emocionan los triunfos de nuestro país en cualquiera de los deportes en los que participe. También me emocionan las justas deportivas pues considero que los deportistas son reflejo de lo mejor del ser humano, son ejemplo de disciplina, lucha, convicción, amor propio... y en México que no cuenta con una verdadera visión sobre la salud y el deporte ¡todavía son más admirables!

Así, mis ojitos y mi corazón estaban fijos en los 11 jugadores que salieron a la cancha, cantaron nuestro himno nacional y nos pusieron a sufrir las casi 2 horas que duró el partido. Y no lo digo porque México haya jugado mal, todo lo contrario. Fui testigo del dominio sobre el balón que tuvieron (principalmente en la primera parte) y el sin fin de ocasiones a gol que en las que les faltó contundencia, determinación, huevos. El resultado: una vez más la desilusión de los millones de mexicanos que se quedaron esperando el triunfo de México. Y entonces recordé el "sí se puede" y me hirvió la sangre.

Pareciera que estamos destinados al mismo resultado, al "ya merito" (frase que odio aún más que la anterior), al "casi", al "nos faltó tantito nomás". ¿Cómo revertir este dolorosamente familiar resultado? ¿Cómo es posible que siempre terminemos con la misma cantaleta? ¿Cómo es posible que siendo un país con una increíble y abundante riqueza natural, histórica, cultural, etc., etc. no salgamos adelante? ¿Cómo es posible que hayamos perdido el liderazgo que teníamos hace 10 años en América Latina? ¿Cómo cambiar los futuros marcadores de nuestras vidas? ¿Les dejaremos a nuestros niños esta condena maldita? ¿Cómo, entre tanta violencia, entre la desconfianza (bien ganada) a nuestras autoridades, entre la decadencia de nuestras instituciones, seríamos capaces de cambiar nuestra historia? Estas preguntas me tuvieron bastante intranquila el resto del fin de semana.

Durante viernes, sábado y domingo traté de encontrar las respuestas leyendo, discutiendo con nuestros familiares y amigos, buscando a través de diversos blogs y sitios en Internet sobre filosofías antiguas, yendo a misa, haciendo yoga... No tuve la tan anhelada iluminación divina. Finalmente llegó la noche del domingo por lo que nos dispusimos a ver una película para dar por terminado el fin de semana. Teníamos varias opciones, el ojiverde se inclinaba por una, yo por otra. Decidimos entrar a la "catafixia" y la película ganadora fue "Invitus" de Clint Eastwood. Y aunque ya la había visto cuando se proyectó en los cines y me había gustado muchísimo la primera vez, no imaginé el impacto que tendría en mi esta segunda ocasión.

Para quienes no la han visto, la película trata sobre Nelson Mandela, su visión de país e increíble sabiduría y sensibilidad. También trata sobre los "Springbooks" el equipo nacional de rugby de Sudáfrica en el momento que Mandela ganaba y ejercía la presidencia de su país (en las primeras elecciones verdaderamente democráticas de su historia). Después de luchar casi toda su vida contra un gobierno y una minoría racistas que controlaban al país, después de pasar 27 años en prisión en los que perdió a su familia y a muchos amigos, Nelson Mandela finalmente se encontraba en la posición donde podía llevar a su pueblo al éxito o al fracaso. Tenía el increíble reto de gobernar y "sacar adelante" un país sumamente dividido y lastimado por el Apartheid, con una mayoría sumergida en la pobreza, con terribles rezagos sociales, un país con el alma herida y con una historia que era suficiente justificación para odiarse los unos a otros. Sí, lo sé. Trata de mucho, muchísimo más que lo que acabo de describir pero ¿se pueden imaginar el tamaño de la responsabilidad? ¿Lo difícil y complicado del reto al que se enfrentaba?

Mandela decidió utilizar al equipo nacional de rugby como herramienta para unir e inspirar a su pueblo. ¿El gran reto? El equipo era malísimo, representaba al régimen anterior y no ganaba ni en la feria.

Así que llamó al capitán del equipo, Francois Pienaar, a tomar el té con él y le habló de un poema victoriano que lo acompañó y ayudó durante su larga estadía en prisión. Durante esa conversación (por lo menos en la película) Mandela le explica a Pienaar la importancia de que su país se sienta inspirado en aras de la tan necesitada unidad y la pronta recuperación como nación: "In order to build a country we need inspiration." Y entonces le dice una frase que me retumbó en la cabeza: "We should all allowed ourselves to exceed our own expectations (Todos debemos permitirnos exceder nuestras propias expectativas)." ¡Ahí estaba! ¡En esa frase estaba la respuesta a mis preguntas!

No es magia, ni avances tecnológicos del 1er mundo, no es ciencia nuclear. No es "echarle ganitas" ni trabajo duro y arduo (en eso de verdad que somos expertos). ES PERMITIRNOS SER MEJORES DE LO QUE CREEMOS SER.

No importa lo difícil que esté la situación en nuestro país o en el mundo. No importa si la palabra "crisis" pareciera marcar a mi generación. No importa si tenemos un bagaje de décadas en nuestra contra. Si queremos saborear la victoria, si queremos tener mejores condiciones de vida, si queremos sentir el orgullo del ser el mejor en lo que hagamos, si queremos cambiar el país que le heredaremos a nuestros hijos, DEBEMOS PERMITIRNOS EXCEDER NUESTRAS PROPIAS EXPECTATIVAS. Esta es mi promesa a partir de ahora. Ojala que para lo que queda del Mundial el TRI se permita ser mejor de lo que ha demostrado que cree ser hasta ahorita.

"Invictus" por William Ernest Henley.
Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

(Perdón que lo ponga en inglés pero me urgía compartirlo con ustedes y no encontré ninguna traducción lo suficientemente digna.)

--- por Ana Patricia Castañeda @GranComandante

"Clarabella wanna be"

Tengo que admitir que mis ojos me gustan. Me gustan a mi y en general, le gustan a los demás. Pero como una no se da por satisfecha con nada, siempre soñé con tener las pestañas de Clarabella.
De esas pestañas que aban...ican al parpadear. De esas pestañas que hacen sombra. De las que hacen cosquillas en la cara de tu novio cuando lo besas. Odiaba secretamente a las amigas que gozaban (sin merecerlo) de ese accesorio fantástico.
Sobra decir que, durante años, me ungía con cuanta pomada prometiera lograr ese efecto magnético. Incluso me ponía aceite de ricino en las noches, con lo que me gané unas buenas perrillas y varios episodios de conjuntivitis.
A pesar de las muchas decepciones, siempre perseveré.
Un día, me tropecé con un producto que se llama Li Lash (también hay Li Brow, pero si yo me pongo eso acabaría como Pedro Ferriz). Barato no era, entonces interrogué a la vendedora y ella me aseguró que este producto SÍ funcionaba y que me iba a sorprender. No me prometió la devolución de mi dinero en caso contrario, pero aún así, me animé.
¡Y que me sorprende!
Nunca, nunca antes había visto resultados que no fueran producto de mis ganas de creer. Mis pestañas crecieron. Me salieron más. Y no sólo lo noto yo. Por primera vez en mi vida, he escuchado la frase “qué envidia tus pestañas”. ¿Te cae?
Lo que hice que no debería haber hecho.
Me puse más de la dosis recomendada. Este es un producto muy concentrado. Se aplica como un delineador líquido, y con una pasada es suficiente. Te lo debes poner sólo una vez al día, o en la mañana o en la noche, como prefieras. No más. ¿Por qué? Porque puede enrojecer el párpado. De hecho, yo probaría aplicarlo un día sí y otro no.
Otra cosa. Sólo se aplica en las pestañas superiores, no en las de abajo.
Como dije antes, es caro, pero FUNCIONA.
Un buen tip es pedirlo directamente a www.lilash.com porque te ahorras bastante.
Así que, amantes de las pestañas largas, ya hay esperanza.

Clarabella….¡quítate que ahí te voy!

--- por Martha Soler Mallet @cholecita