Friday, August 27, 2010

"Correr es sorprendente. Córrele y verás."

Si hace un año alguien me hubiera dicho que sabía que lo mío era correr, no le hubiera creído. ¿Correr yo? Ni en drogas.


Nunca antes había pensado en correr. Nada me motivaba a hacerlo ¿Correr, cómo pa' qué? No sólo cansa, es aburrido, agarrar condición cuesta harrrto trabajo y tarda mucho en sentirse, y si piensas que te va a cambiar el cuerpo, mejor búscate un buen cirujano plástico. Eso del gusto por hacer ejercicio o ya se trae o se te inculca de chamaco - pensaba yo.


Más equivocada no podría haber estado. Que me tomó mis añitos descubrirlo, eso que ni qué. Pero ahora que correr se ha convertido en una de esas cosas que más disfruto hacer, me siento feliz de haberlo intentado.


¿Qué por qué lo intenté si ni siquiera se me antojaba? Dos buenas razones:


- Mi buen amigo Pepito, quien se clavó en esto de la corredera hace no tanto, empezó a venderme la idea para que pudiéramos ir juntos a las carreras domingueras de las que él ya era asiduo participante. Yo admiraba su fervor, pero mi férrea postura sobre correr seguía siendo la misma: Ni en drogas.

Fue tanta su insistencia y la emoción que destilaba cuando contaba lo excitante que era correr tempranito y el ambiente buena onda, revitalizante y saludable que se sentía por parte de los corredores, que después de escucharlo varias veces contar lo mismo, logró que lo pensara. En mi mente empezó a revolotear la idea "se me antojó estar ahí".


- La idea de imaginarme como alguien que disfrutaba correr empezó a gustarme. Lo malo es que era sólo la idea... Na' más de pensar lo que implicaría, me daba flojera, muuucha flojera. Además tenía gran amistad con el cigarrito. Fumar & correr no se llevan y, sin duda, el cigarro contaba con mi preferencia incondicional. Humito mataba ganitas de correr, hasta que...


Un buen día -¡buenísimo!- decidí hacerle caso a Pepito y a esa idea loca mía de verme corriendo. Total que me inscribí a una carrera de 5k con la consigna de trotar lo que mi cuerpito pudiera. Mi mente supo que no fue mucho lo andado, pero mis piernitas y pulmones opinaron muy diferente. ¡Pufff, pufff! En lo que sí coincidieron fue que lo habían disfrutado muchísimo. Sin embargo, si llegué a participar en unas dos carreras cortas más fue mucho. Era raro, aunque lo disfrutaba en el momento, no pensaba en entrenar pues todavía creía que correr era demasiado para mí. Trotar de vez -muuuy- en cuando estaba bien. Pero hasta ahí. Caminar es mejor, también es ejercicio y no te jode las rodillas - pensaba yo.


La prueba chingüengüenchona llegó sin chiflar siquiera. Era la carrera Human Race de Nike 10k. Por supuesto que Pepito empezó con su campaña para embaucarnos y decirnos lo chido que sería entrarle a esta carrera. Organizada por uno de los chonchos del negocio, el mero Nike. Miles de corredores simultáneos en todo el mundo. Hermosa ruta sobre Paseo de la Reforma y alrededores. No pues así sí. Me convenció. Esta vez mi meta sería llegar a los 5k y caminar el resto. Me cayó un veintesote. Si quería correr, tenía que dejar de fumar. La verdad es que ya había fumado de más, era más necedad que gusto. Lo mejor fue que dejar de hacerlo me costó mucho menos de lo que pensaba y descubrí por qué: ahora tenía algo mucho mejor que hacer con mi cuerpo y disfrutarlo sin culpa alguna.


La semana previa a la carrera me animé a "entrenar" (si así se le puede llamar a trotar en dos ocasiones); lo más que logré trotar fueron 2k seguidos. Acabé destruída pero eso sí, muy orgullosa y feliz.


Llegó el día tan temido y esperado al mismo tiempo. Octubre 24 de 2009. Me sentía emocionada y nerviosa. Hacía un poquito de frío y como soy friolenta me aterraba la idea de congelarme a media carrera y no poder seguir. Pero también pensé que asarme no estaría bueno y me arriesgué dejando mi chamarra. Buena decisión.

Balazo de inicio. Ahí iba yo a paso tortuga, convencida de que llegaría a los 5k, aunque fuera a rastras... Veía cómo me rebasaban, pero en lugar de sentirme mal por eso, respeté mi pasito tun tún segura de que así lograría mi objetivo y que muchos de esos que ahora me rebasaban a paso veloz, se quedarían en el camino. ¿Qué ojete, vea? jaja.


Me inventé una estrategia mientras trotaba. Consistió en ponerme metas chiquitas durante todo el trayecto. Un letrero, un árbol o una luz a lo lejos era mi meta y cuando la alcanzaba, venía la otra. Y me funcionó. Después de un buen rato y algo hecha pedazos, vi la señalización de los 5k. ¡Ya llegué, wórale! Me sentí harrrto feliz, había logrado mi meta y aunque cansadona, sabía que podía seguir un poco más. El pilón que le llaman... Por supuesto que le fui bajando a mi pasito tun tún y aunque hubo momentos en que quise dejar de trotar, preferí seguir haciéndolo porque me dolieron mucho más las rodillas cuando intenté frenar. Mejor le sigo, pensaba.


Todavía no sé cómo le hice para llegar a la meta trotando. ¡10k sin parar, plooop! Supongo que mis piernitas estaban mucho más absortas que yo y pa' pronto se manifestaron. Empecé a sentirlas tiesas, calientes, adoloridas y entumidas. Pero el golpe de adrenalina tampoco se hizo esperar y la emoción se impuso ante el dolor (al principio, claro). El éxtasis duró poco. Después del obligado baño con agua caliente, sentí el sablazo de los 10k recién conquistados. Y la venganza de los kilómetros recorridos comenzó. Los días siguientes fueron tortura pura para mis piernitas. Caminar se sentía gacho, bien gacho. Lo peor sin duda, sentarse en el WC y bajar escaleras. Ouch, ouch, ouch.


Ese día me quedó claro que correr era para mí. El cansancio y el dolor experimentados fueron una ganga con respecto a todo lo que correr me hizo sentir. Desde que lo hago me siento más fuerte, poderosa y chingona. Y me encanta esa trilogía. Hoy corro tres veces por semana pero en breve tendré que aumentar un día para lograr mi objetivo. Estoy entrenando para una nueva carrera. Me va a costar y harrrto, lo sé. Pero lo estoy disfrutando mucho y eso es lo que importa.


Correr, además de ser sorprendente, también es generosidad. Da muchísimo más de lo que pide. No sólo fortalece huesos, músculos y prácticamente todos los sistemas de nuestro cuerpo. También es un gran aliado y una excelente terapia para la mente. A cambio sólo pide constancia y nada más. Córrele y verás.


--- por Irma López de Rivera @deadeivis @estrogeno3

Sunday, August 22, 2010

A calzón quitado

No están ustedes para saberlo ni mucho menos yo para contarlo, pero el otro día tuve la necesidad imperiosa de ir en busca de ropa interior.

Y yo me pregunto:

¿Qué pasa en este país con la oferta de prendas íntimas? Por favor, que alguien me explique. Si no tienes la fortuna de ser talla 0 a 2, es prácticamente imposible conseguir algo que no te haga ver o como embutido toluqueño o como un enorme bebé envuelto en un pañal gigante.





Primero, está la sección que yo he bautizado como “Quiero guerra” . Aquí no existe el concepto de calzones normales. En su lugar, hay una gran variedad de pequeñísimos hilitos que una debe colocarse con gran maestría. El problema es que, por más intentos de visualización creativa que hice, nomás no me hallé con la idea de usar en el derriere algo que me quedaría mucho mejor como pañuelito, o como diadema.

En la sección de guerra abunda el encaje, las plumas, los ligueros, los estampados de leopardo y no venden látigos porque ya sería too much.




Discretamente, me pasé a la siguiente sección, a la que deberían ponerle “No importa porque nadie nunca, nunca, nunca me va a ver”. Aquí, la palabra operativa es “soporte”. En esta área, todo calzón te llega por lo menos 4 dedos arriba del ombligo, para contener la molesta pancita. Lo incómodo del asunto es que el calzón choca con el brassiere, dando la impresión de que te pusiste un traje de baño completo. El material más común es el spandex, que si bien logra un hermoso modelado de la figura, corta la respiración y necesita ser retirado con tijeras (cosa que sospecho sería un terrible mood killer).


Desesperada, le pregunté a la señorita:

-“¿Oiga, tiene algo para una mujer, digamos, normal?”

Se me quedó viendo con una expresión vacía.

Insistí.

-“Sí. Algo in between estas dos prendas, por ejemplo …..”.


-“Hum…este…hum….esteeeeeee”.

Me lleva Judas Iscariote. ¿Cómo puede ser tan complicado adquirir un calzón que no necesiten encontrar con una radiografía, o uno que no te recuerde el ropero de la abuelita?

Yo estoy segura de que el secreto de Victoria es que ella personalmente no usa g-stings. No todas nos vemos sexy´s cuando nuestra anatomía se desborda de nuestro calzón peor que río en temporada de huracán. Pero eso tampoco quiere decir que nos tengamos que conseguir una tienda de campaña.

Claro que tras varios tanques de gasolina y una exhaustiva búsqueda, encontré algo indecentemente decente. Pero el punto es que no debería ser tan difícil, sobre todo en un país en donde el promedio de la mujer no es talla 0 a 2, ni tiene de 80 a 100 años. Así que si alguna de ustedes, mis queridas lectoras (o lectores, ¿por qué no?) estaba pensando en una buena idea para emprender un negocio, pónganse en contacto conmigo a ver si podemos lanzar “Martha´s secret” aquí en México. Estoy segura de que sería un éxito total.

Tuesday, August 17, 2010

"Perritos sin mecate"

En días pasados circuló una especie de "convocatoria" por parte de una residente de la colonia Condesa para envenenar perros que no llevaran correa en los parques de dicha colonia. Escudándose detrás de la salud de sus hijos (sin dar ningún tipo de argumento que lo avale más allá de que "los espantan y ensucian") propuso llevar a cabo lo que llama "El Plan Albondigas de Exterminio" que consiste en colocar albóndigas envenenadas en los parques así como también envenenar el agua de las fuentes. Más allá de que su "propuesta" se me hace barbárica, imprudente y es hasta irresponsable (tanto niños como perros con correa pueden comer o tomar agua de la fuente), denota muy poca tolerancia y falta de cultura. Si bien es cierto que todos los dueños que pasean a sus perros DEBEN hacerse cargo tanto de los deshechos como del comportamiento de los mismos, no es posible que exista gente que considere a las albóndigas de exterminio como solución.

Los dueños de perros que gustan de salir a pasear a sus mascotas deben ir siempre acompañados de una o más bolsitas de papel o plástico para levantar los regalitos que pudieran dejar. También deben ser conscientes de que no a todo el mundo le gustan los animales y no deben permitir que se les acerquen y mucho menos se les suban; esto último es importante porque incluso pueden llegarle a tirar una mordida como reacción a algún tipo de provocación. Por tipo de provocación entiéndase una abeja que le pique o que un niño le jale la cola, entre muchas cosas que pueden suceder. Y es aquí que me parece oportuno presentarles a mis 4 perros:

Celia la negra (Labrador),


la Lola (Yorkshire),


Don Goyo
(Pomeranian)


y Penélope Glamour (Pomeranian):


Siempre que salgo a pasear con ellos lo hago CON correa por un sin fin de razones, la principal es para mantenerlos controlados pues sé que no hay nada que garantice al 100% que no van a salir corriendo atrás de una perrita en celo o que no van a ser atacados por otro perro; la correa me permite acercármelos y cargarlos de ser necesario. Cabe mencionar que son mi adoración y que me moriría si algo les pasara. Y no necesito de las amenazas de una loca desmecatada, psicópata y fascista para que me preocupe la seguridad de mis canes ¡ahora resulta que ni el agua de la fuente van a poder tomar sin el peligro de ser envenenados! Si de por sí me da miedo salir a la calle, ahora me da miedo salir a la calle con mis perros a caminar. No puede ser. México tiene muchos problemas como para que además entre la ciudadanía se den este tipo de acciones nacidas de la intolerancia. Y justo aquí es donde quería llegar: la intolerancia que estamos experimentando. Intolerancia a las mascotas de los unos, hacia los hijos de los demás, al coche de a lado, al policía del cruce, a la recepcionista, al valet parking, al viene-viene, a la cajera del banco, al ejecutivo de cuenta, al cerillo, a la señorita del call-center, a los del equipo contrario,... a todo y todos con los que nos topamos durante el día (y parte de la noche).

Otro ejemplo es el de los matrimonios gays. Pareciera que la gente que gusta del mismo sexo tiene "algún origen diferente y desconocido que el de los heterosexuales" (@lezorrillo dixit). Pareciera que una pareja de homosexuales no es capaz de ser gente honorable y decente, que no puede ser depositario de la confianza del estado para cuidar, alimentar, vestir, educar y, por sobre todas las cosas, amar a un pequeño sin familia. ¡Qué triste! Qué pequeño debe ser el corazón de aquel que no es capaz de entender que lo que un niño necesita y recibe no lo determina la preferencia sexual de una pareja. A esas personas les pregunto ¿cuántos padres heterosexuales maltratan a sus hijos a veces con golpes físicos, otras con verbales? Lo lamento, no podemos vivir en el medioevo, creyendo que sólo existe una verdad y que sólo nosotros somos dueños de ella.

Si seguimos en este camino bardeado por la intolerancia hacia los demás, no podremos ver la inmensa y diversa belleza de lo que nos rodea día a día.

Digamos y actuemos, no a la intolerancia.


--- por Ana Patricia Castañeda G. @GranComandante @estrogeno3

Monday, August 9, 2010

Estaría “De pelos”

Con todo el respeto que les tengo a las mujeres que vivieron en la época de las cavernas, no siento que haya mucho que envidiarles. Desollar al mamut, ser arrastrada a la cueva por la cabellera (bueno, eso tal vez), tratar de prender la fogata con dos palitos , recibir la noticia de que un Tiranosaurio Rex se merendó a tu cuarto marido (los primeros 3 fueron víctimas de un Ornitópodo, un Anquilosaurio y un Massospondylus, respectivamente), tener que llevar a los niños al colegio en liana…. No. No fueron tiempos fáciles. Sin embargo, hay algo que ellas disfrutaron que hoy sería un descanso para todas las chicas modernas:

La total y absoluta despreocupación por el vello facial y corporal.




Yo soy de la teoría de que la depilación podría ser utilizada con gran éxito como método de tortura para lograr cualquier confesión, falsa o verdadera. Pero claro, sólo funcionaría en hombres, porque las mujeres nos hemos acostumbrado estoicamente a que nos arranquen de raíz los excesos capilares indeseados y por segundos, las ganas de vivir. Y es que hoy, los vellitos no son considerados bellitos.

La industria de la remoción de vello ha amasado grandes fortunas, pero si no tienes un temple de acero, no es recomendable usar kits “Arránquelo usted misma”. Recuerdo una terrible ocasión en la que compré mi propia cera. Pensé, “¿Para qué pagar y perder tiempo si puedo hacerlo yo en casita?”. La respuesta me llegó en forma de un torrente de lágrimas de arrepentimiento y dolor.

Lo primero que hice mal fue ignorar el proceso normal, que consiste en aplicar tiritas de cera e irlas arrancando poco a poco. Para acabar antes, decidí ponerme el producto en toda la pierna, como una bota de los años sesentas.

Pero para mi infortunio, cuando llegó el momento de arrancarla, perdí la voluntad, el valor y la determinación que se necesitan para la heroica tarea. Como consecuencia, la cera se adhirió a mi como una segunda piel. Tanto, que pensé que ni Dios Padre Todopoderoso podría arrancarla jamás. Creí que quizá la única opción sería emparejar la otra pierna y aprender a vivir con esa cruz. Desesperada, tuve que ir a un salón para que me pusieran capas y capas de cera que derritiera la costra asesina. Después de varias horas, juré que nunca más subestimaría a los profesionales de la depilación.

Cuando te hagas el penoso procedimiento en el bigote y el área del bikini, es importante recordar que maldecir a la señorita ayuda sólo momentáneamente, pero después puede ser motivo de expulsión del spa. Puedes optar por caminos menos dolorosos, como las cremas depilatorias o el rastrillo, pero su efecto es de muy corta duración y cuando te empieza a salir el vello, corres el riesgo de parecer un chayote espinoso a la vista y al tacto.


Si tienes dinero y paciencia, lo más conveniente es la depilación láser, porque en cosa de 200 o 300 sesiones te dejan como bebé recién nacido, con el plus de que es para siempre.

Ahora que si prefieres evitar el dolor del todo, siempre existe la opción de teñirte los vellos, pero sinceramente, a mi siempre me parece que quedas como Chewbacca.


Yo me pregunto si no sería más factible razonar con los hombres y ver si podemos convencerlos de agarrarle el gusto al vello facial y corporal en las damas. En Rusia lo han logrado con gran éxito. Quizá si le ponen voluntad, si aprenden a compartir el honor de portar bigote y barba con las mujeres de su vida, la nuestra sería más fácil. Y en términos económicos, los maridos ahorrarían una barbaridad. Podrían viajar alrededor del mundo, comprar una isla privada, bañarse en champagne todos los días, o comprar todas las pantallas de plasma que quisieran. Y la verdad, no nos veríamos taaaaaan mal. Todavía guardaríamos esos rasgos femeninos que los han cautivado en todas las épocas.


¿O ustedes, qué piensan?

--- por Martha Soler Mallet @cholechita @estrogeno3

Sunday, August 1, 2010

Del piropo a la bofetada sólo hay un paso

A todas nos ha pasado. Vamos caminando por la calle y de repente, escuchamos una voz susurrante:

“SSSSSSSsssssssssss….en esa cola sí me formo…….”.

Claro que el hombre que nos lanzó esa flor seguramente tenía buenas intenciones. Probablemente sucumbió al encanto de nuestra retaguardia y lleno de admiración, nos lo quiso hacer saber. Lo que pasa es que en su entusiasmo cegador, no consideró que la palabra “cola” no es precisamente la elección más romántica para halagar a una mujer.

Claro que está mucho peor lo que le pasó a una amiga, que llegó indignadísima contando que un albañil desaliñado y sudoroso se atrevió a gritarle:

“Más merezco, pero contigo me conformo”.

¿Más merezco? Bueno, por lo menos, problemas de autoestima no tenía, el muchacho.

Hay algunos piropos que necesitan cierta explicación para saber si se van a agradecer o no. En cierta ocasión, un amable señor me dijo:

“Estássssssss plena, mamá”.

(Es muy importante el arrastre de la s).

Tuve que acercarme a él para preguntar si eso era bueno o malo, y él me aseguró, sarcástico, que era “bueníssssimo”. Le di las gracias y me fui tan confundida como antes, pero con la convicción de que yo era una fémina plenamente especial.

Personalmente, me gustan los piropos que exhiben cierta creatividad, como Quién fuera bizco para verte dos veces”, o si vas acompañada por una amiga, el clásico “¿Qué comen las ardillitas? ¡BELLOTAS!”. Nótese que aquí no hay referencia directa a alguna parte de tu anatomía, y no incluye la molesta descripción de lo que el individuo quisiera hacer con ella.

Esa, muchas veces, es la diferencia entre el halago y el insulto.

Algunos piropos NO RECOMENDADOS en caso de que lo que se busque sea lanzar un cumplido y no hacer reír al compadre de junto, son:

  • Chichocamos, nos matamos…
  • ¿En nalgota ocasión nos hemos visto?
  • Con esas tortas y una fanta, hasta mi pajarito canta.
  • ¿Jugamos a la basurita? Tú te tiras al suelo y yo te recojo.
  • Cómo me gustaría ser sol, para darte todo el día.
  • Qué bonitas piernas. ¿A qué hora abren?
  • Yo no quiero tu oro. Yo no quiero tu plata...sólo quiero el tesoro que tienes entre las patas.
  • Quisiera ser Tarzán para perderme en esa jungla.
  • Si como las mueves las bates, ¡ay que rico chocolate!
  • Me gustaría ser baldosa, para poder verte la cosa.
  • Dichoso el clavo que ponche esas llantitas. (Este, en especial, ni se les ocurra si la chica es rellenita, o habrá bofetón seguro).

Espero que capten el sentido general de las objeciones a estas frases, porque la auto-censura me impidió incluir otras joyas del vocabulario callejero.

En cambio, qué bonito que te digan algo como:

  • ¿De qué juguetería te escapaste, muñeca?
  • ¿Cuánto tiempo te tardas en cerrar esos ojazos?
  • ¿Qué comen los pajaritos? Macitaaaaa (Nacón, pero aceptable).
  • ¿Quién fuera reloj, para ser dueño de tu tiempo.

Asimismo, es mucho más apreciado un ¡Guapa! que un “zzzzzzzabrosa”, “jugoszzzzza”, “macizzzzza” o “gustozzzza”.

Se valen las felicitaciones a tu madre por haberte parido si no incluyen una invitación a pecar con ambas.

En fin, mis queridos lectores. Eviten las bofetadas y provoquen más sonrisas que ganas de irte a desinfectar con Clorox. No hay necesidad de ponerle mayonesa al camarón, ni de matar al oso a puñaladas. Usen su imaginación, sean creativos y si ya de plano les da la tentación de gritarle alguna vulgaridad a una mujer, piensen que otro cabrón puede estar a punto de hacerle lo mismo… ¡a su madre!

P.D. Les recomiendo mucho este corto que ejemplifica lo que no se debe hacer, pero qué divertido está, por Dios que me mira.

http://www.youtube.com/watch?v=q25310aVV_0

--- por Martha Soler Mallet @cholechita @estrogeno3