El blog de Estrógeno3 nació "compartiendo". En el ánimo de una charla entre amigas mientras bebíamos, comíamos, abríamos nuestros corazones y ventilábamos experiencias y sentimientos, surgió la idea de crear un espacio donde pudiéramos hacer lo mismo entre nosotras y otras personas. ¿La razón? Porque creemos que al compartir nuestras experiencias automáticamente estamos abriendo nuestros corazones a los demás, mostrándonos tal como somos: vulnerables y sensibles ante la cotidianidad y la desconcertante falta de control sobre nuestras vidas. Pero es en el compartir donde estiramos los brazos hasta alcanzar las manos de otros, para tocarnos y entrelazar el yo con el todos. Es ahí donde la calidez y la generosidad se encuentran para transformarnos por dentro y por fuera.
Estos últimos meses nuestro sueño ha comenzado a ver frutos pues hemos recibido de nuestros mismos lectores (ahora amigos) y de nuestros amigos (ahora lectores) varias contribuciones para este espacio. Este no es el primero de ellos pero sí uno de los más conmovedores por lo que agradecemos a su autora el que nos comparta a todos este escrito. Por solicitud de la misma se ha posteado de manera anónima, lo cuál no lo hace menos hermoso. Esperamos les guste.
Noviembre, 2003
Cuento infantil.
Mi amor, así tal cual, amor mío. Te me metiste al cuerpo al alba en la calle de Alba y te fuiste a medio día en Carracci, irónico, es el nombre de un pintor que no me gusta.
Y te cuento como si fuera un cuento para dormir, de esos que jamás leo porque aquí entre tú y yo, no soy una mamá ejemplar como dirían otras, las que sí lo son.
Sentí que te me escapabas desde el primer día, ¿qué le va hacer uno cuándo alguien no se quiere quedar? Nada, te lo digo yo, no se puede obligar ni mandar en cabeza ajena. Pero de verdad ya era muy feliz, convencida de continuar mi vida como era y hasta me enamoré de tu foto en blanco y negro, de tu figurita, tus manitas, la locomotora que oí en tu corazón. Y te imaginaba…
Es de noche y vacía está la casa que dejaré en dos semanas, por qué a un Lirio me voy, y te sigo contando para que te enteres como soy y que hago, o para que te des una brevísima idea: bajita, tenía el pelo muy largo y rizado, ya ves, una locura se me ocurrió y me lo corté hace tiempo, ahora es rojo, mañana no sé, pero en realidad es blanco. Tengo los pies grandes y las manos delgadas, “de pianista” dice mi padre, una nariz rarísima y la boca gordita, quienes me conocen muchas veces mencionan mis grandes ojos, pero yo no me la creo. Desde antes de acabar la Universidad y por necia, trabajo en un museo que es muy chiquito y está lleno de tesoros, tiene miles de pinturas y esculturas y grabados, y son del otro continente, tiene el nombre de un santo y está en uno de los lugares más peligrosos y tristes de tu ciudad. Pero ahora me quieren llevar a otro, más grande, y me cuentan que es más lindo. Viajo mucho, viajo muchísimo, tengo que parar un día, voy y vengo: de Londres a Argentina, de Monclova a Cleveland, de Madrid a Cuernavaca y así. Me río mucho, a lo estúpido y de todo, cuando estoy contenta, cuando estoy nerviosa, cuando quiero llorar, mejor me río, y a carcajadas hasta que duela la tripa. Si que soy enojona, y detestable y sapos y culebras me saltan de de la boca cuando en esas ando, suerte hubiera sido para ti ya que eso no suele ser muy a menudo. Tengo cosquillas por todo el cuerpo, como mal, y odio hacer ejercicio. Amo y me hace feliz leer y escribir, tomar fotos, oler la humedad, escuchar una y otra vez a Beethoven y Debussy y claro a “The Cure” y U2, estar en casa, bañarme, mirar a la gente, chismear, odio hablar por teléfono más de cinco minutos, me rebasa eso de ir al “super “y me vuelven loca los chocolates y la leche. Soy dormilona, soy friolenta y no puedo dejar de querer nunca.
¿Para qué coños te escribo estas cosas? Tú conoces partes de mí que yo, ni idea, sabes cómo soy por adentro, dicen que no somos rositas o rojos, que eso es por la sangre, dicen que somos amarillos como carne de pollos crudos, ¿es cierto? , no me vas a poder responder por que te fuiste, te me deshiciste como carne molida, como manchones de un linaje inexistente y sangre, a ramalazos, golpe sobre golpe en un mismo sitio, como soledad. ¡Ni un “adiós”!, uno se despide siempre, no te puedes levantar y largarte de la mesa así nomás, ¿no sabes que es de pésima educación?
Y si que me cabrea este asunto, porque la gente en los pueblos, las viejas, las mujeres sabias de la Hacienda, ellas hablan de que los niños escogen a sus mamás allá -donde dicen que está el cielo y el llamado dios-. Si es así, pues creo que no te gusté lo suficiente como para qué hicieras un esfuercito de tu parte y te agarraras bien fuerte a mi cuerpo, te desbarataste, y de paso a mí. Me rompiste el útero, la vagina, los pechos, el corazón y la cabeza. No, no llores, no te odio, sólo es que estoy muy enojada, pero ya se me pasa cariño.
Dios no les da alas a los alacranes, y hay otro dicho que reza que; a las mamás solo les dan dos manos, una para cada chamaco que llegue a su vida. (No sé cómo le hizo tu bisabuela con nueve, pero ya ni está para preguntarle), pero yo creo que a mí ese señor que pintan barbón me vio con ojos de; “mira ni le hagas que ni novecientas te van a alcanzar porque eres un desmadre en esto de la maternidad.”
Y sigo haciéndote este cuento infantil tantito más; no supe si eras un niño o una niña, pero que nombre tan bonito hubieras tenido: Rodrigo, Enrique, María, Ana. No miré como eras, ni de qué color tenías los ojos, las probabilidades eran muy altas de que fueran azules o verdes, o sea hubieras “bisabueleado”. Tu hermano te habría caído rete bien, y seguro te cuidaría y abrazaría y pelearía contigo, es que no sabes, pero así se le hace en las familias aunque estén rotas.
El chiste de todo esto es que solo te quería preguntar: ¿por qué no te quisiste quedar? No te voy a escribir palabras que te cuenten de lo hermoso que es este mundo y la vida, porque estás muerto, y a los muertos no se les platican cosas que les den envidia. Además, no me puedes responder, y así como en mil cosas, me voy a quedar con la absurda duda todos los años que me resten. Y hoy amor mío, ya muero de sueño, pero no te quiero decir adiós, o no puedo, ya será en otra noche fría o más templada que me siente a pensarte y amarte como hoy.
Tu mamá.
----- (Anónimo).
Mi querida amiga has tocado fibras muy guardadas, pero muy reales. gracias por poner en palabras tantos sentimientos que mueven el recuerdo. de verdad mil gracias
ReplyDeleteYo estoy en desacuerdo contigo. Creo que sí eres una mamá ejemplar y tu bebé, donde quiera que esté, hoy sonríe.
ReplyDeleteQuerida anónima, no todos los cuentos tienen finales felices, por desgracia el tuyo es uno de eso.
ReplyDeleteCuando estuve en la sala de recuperación después de haber tenido a mi hija; en la cama de a lado llevaron a una mujer, la enfermera al ver que ya estaba despierta, me pregunto que si estaba bien, le dije que si y con una amplia sonrisa me pregunto, es niño o niña?, niña conteste muy orgullosa. Pero al voltearse a la mujer le cambio la cara y le pregunto si estaba bien, ella le contesto que si con la voz cortada, la enfermera le dijo que sentía mucho su perdida.
Mientras yo era muy feliz y tenía una sonrisa en toda la cara, la mujer de a lado sollozaba, trataba de ser discreta, pero su dolor se lo impedía, no sabía que decirle para consolarla y me sentí fatal por no poder hacerlo; media hora después fueron por mi para llevarme a mi cuarto, de esto han pasado más de tres años y recuerdo siempre a la mujer que estaba a mi lado, no le vi la cara, no sabía su nombre, sólo escuche como lloraba.
Ahora puedo consolarte a ti querida anónima y decirte lo que no pude decirle a aquella mujer, que lo siento mucho, que no sé que es perder un hijo y espero no lo sepa jamás, que te mando un gran abrazo y un gran beso.
Querida anónima: tu fortaleza para exponer tus sentimientos así y tu entereza para recordarlos me saca una sonrisa. Me gusta -me encanta- ser mujer, tan vulnerable y fuerte a la vez. A mi me gusta tu historia porque te permite escribirle a alguien, que en realidad se convirtió en tu espejo. Tienes un confidente, un ángel, un cómplice, que en realidad eres tu, y eso pocas personas lo tenemos. Te mando un beso enorme, y otro a tu angelito.
ReplyDeleteMe ha dejado sin palabras! wow wow wow! Mas allá, de un relato crudo, frío y real, es una manera tan fría y hermosa de hablar con ese ser.
ReplyDeleteComo siempre grandes relatos en este blog. Felicidades!
Anónima...si tu ángel decidió no aferrarse fue porque lo regresaron a un lugar donde tenía alguna misión por cumplir. Y su presencia hacía más falta que a ti que estás rodeada de bendiciones. Porque seguro que así es. Un abrazo y gracias por compartir esta experiencia!
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