No sé en qué momento me dejé convencer, pero ahí estaba yo, en medio de una multitud de personas que compartían el ardiente deseo de encontrarse a sí mismas en las siguientes 48 horas.
Nuestro moderador, experto en terapia gestalt y un verdadero hijodelagranputaquelovionacer, nos saludó y nos dio la bienvenida al taller vivencial “El Nuevo Horizonte”, tan profundo y efectivo que equivalía a meter 2 años de psicoanálisis en un intenso pero fructífero fin de semana.
Nada más para empezar, nos hizo contestar una hojita con varias preguntas de opción múltiple, bastante sencillas. Tenía algunas como “¿Qué tanto le importa lo que digan los demás de usted?
A.Muchísimo
B. Mucho
C. Algo
D. Poco
E. Me vale madres”.
Por supuesto que muchísimo. Ni que fuera una de palo. Como si no fuera yo piscis. Claro que muchísimo, respondía yo, confiando en que mi honestidad y total transparencia me llevarían muy pronto a cruzar la línea del ansiado horizonte hacia la autoestima total.
Entregamos diligentemente nuestras hojitas y para mi sorpresa, el moderador preguntó:
“¿Quién demonios es Martha Soler?”.
(Pausa para efectos dramáticos).
¡Demonios, dijo demonios! Quizá hubiera pensado que me quería felicitar por mis respuestas, tan acertadas como introspectivas, si no hubiera sido por el “demonios”. ¿Por qué demonios dijo demonios? ¿Qué demonios estaba mal con mis respuestas? Si se trataba de subir mi autoestima, esto no estaba funcionando.
Timidamente, contesté “¿Pooooorrrr?”.
“Qué barbaridad”, replicó él. En mis 35 años dando este taller nunca me había encontrado con un caso tan patético como el tuyo.
Miré a mi alrededor. Junto a mi se mecía repetitivamente una mujer que se abrazaba casi hasta alcanzar la posición fetal. También estaba un hombre tratando de hacer que su amigo imaginario guardara silencio, un piloto de avión que estaba a unos instantes de copular apasionadamente con su mujer, una jovencita que se arrancaba metódicamente las pocas pestañas que le quedaban, un emo que se cortaba con una navaja suiza y una señora que directamente se sacaba los mocos enfrente de todos.
Me animé a defenderme. “¿No será que mis compañeros no contestaron el cuestionario con entera claridad mental? Digo, porque mucho más normales que yo no se ven”.
Mi terapeuta y yo empezamos con el pie izquierdo, hundido en una enorme pila de estiércol…sin zapato. Y ya ni hablar de mis compañeros, que injustamente se sintieron ofendidos cuando sin afán de herir suceptibilidades puntualicé algo que resultaba obvio:
Everybody had flown over the cuckoo´s nest.
Inmediatamente empezaron las actividades. Primero, nos entregamos a la tarea de golpear fuertemente una almohada mientras proferíamos maldiciones contra todos aquellos que nos habían hecho daño en el pasado. Yo, que soy bastante tranquila, encontré algo difícil la labor de dejarme llevar por la violencia y no pude sacarle ni una pluma al cojín, como los demás (sobre todo el emo, que usó su navaja suiza).
El moderador no perdió oportunidad de hacer notar que así no iba yo a lograr la liberación del rencor correspondiente.
“Vamos, con fuerza. Pégale, saca el coraje, esas parecen caricias pusilánimes, más que golpes”.
Otra vez, tímidamente, comenté:
“¿Pero y la almohada qué culpa tiene? Mire nada más el reguero de plumas que ya se hizo. Y by the way, la Sra. González se está comiendo la funda”.
Otro evento interesante fue el siguiente:
Se trataba de mostrar nuestra resistencia, siguiendo al pie de la letra todas las órdenes que nos diera el moderador (hijodelagranputaquelovionacer). Obviamente, nerd como siempre he sido, quise demostrar lo aplicada que puedo ponerme en la realización de una tarea grupal. Las instrucciones giraban en torno a arrastrarse por el piso, salir y correr 10 vueltas alrededor de la cuadra, brincar por la ventana, pintarte la cara con un plumón indeleble, etc.
Poco a poco, mis compañeritos fueron abortando la misión, menos por supuesto, yours truly. Orgullosísima seguía las instrucciones cuál borrego incansable, segura de ganar ese reto.
Ya agotado, el cabrón del moderador me vio con una mezcla de desagrado y lástima y me dijo:
“Siéntate, Soler. Una vez más, patética sin límites. Este ejercicio se trata de hacernos ver que seguir órdenes sin cuestionar a la autoridad es totalmente imbécil”.
Coño. Era un ejercicio capcioso. Mi voluntad y resistencia no solo no fue agradecida, sino que volvió a dar ocasión para mi humillación y flagelo público.
Para no hacerles el cuento demasiado largo, pasamos por gran cantidad de técnicas, desde las afirmaciónes, el cambio del debo al quiero, el abrazo grupal, la meditación y los cantos, el ejercicio de mirarnos al espejo, la visualización creativa y la adopción del nuevo mantra : Me siento mejor, mejor, y cada vez MEJOR (gritado in crescendo, muy importante).
Llegó un momento en el que el único horizonte que yo quería ver era el fin del fin de semana. ¿Pero saben por qué me di cuenta de que este intenso taller viviencial funcionó?
Porque al final de las 48 horas dejó de importarme lo que pensara
la mujer que se abrazaba casi hasta alcanzar la posición fetal, el hombre con todo y su amigo imaginario, el piloto de avión que que nunca abandonó el intento de copular apasionadamente con su mujer, su mujer, la jovencita a la que ya habíamos apodado la ”sin pestañas”, el emo ensangrentado, la señora de los mocos, pero sobre todo, sobre todo, dejó de importarme la opinión del HIJODELAGRANPUTAQUELOVIONACER.
Realmente, creo que es un genio.
No se pierdan la continuación de este melodrama (sí, esta historia tiene secuelas) la próxima semana. Se llamará “¿Cómo hacer aterrizar al piloto o corre por tu vida”.
--- por Martha Soler @cholechita @estrogeno3
!!!
ReplyDelete¡Muak!
ReplyDeleteGENIAL!
ReplyDelete¡Gracias Stefania! Qué bueno que te gustó.
ReplyDeleteSoy tu fan Marthucha!!!!!!!!!!!
ReplyDeleteMartha, por favor por favor escribe un libro con todo esto, te prometo que yo compro almenos uno para cada habitación cual Biblia más el de bolsillo. Me parece increíble que la gente comparta cosas tan personales en pos de mostrar a la muchachada que hartas compartimos sentires y experiencias parecidas, pero de todas las que escriben y comparten, ninguna como tú, nadie cuenta la vida en forma tan divertida, llegadora e insigtfulosa como tú. Me hace la mañana cada vez que llego a mi compu y veo que has posteado algo nuevo. Un beso.
ReplyDeleteTe adoro, Tupi. A mi no me hiciste la mañana...¡me hiciste el año!
ReplyDeleteJajajaja, ¡buenísimo! por fin lo leí a gusto porque en la mugre pantallita del bb de plano no...
ReplyDeleteGenial como siempre Srita. Soler, un placer leerla.
Un abrazo
Soler...lo tuyo, lo tuyo....sí es el estrógeno!! tu sensibilidad femenina me mata de risa, de emoción y de gusto al leerte. Tienes talento niña...!! gracias por compartirlo.
ReplyDeleteYolanda, Klau, no saben lo que disfruto sus comentarios. Me inspiran para seguir contándoles todas mis historias. Un beso enorme. Es un honor que nos lean.
ReplyDeleteExcelente narración!!! Insightful 100%!!
ReplyDeleteYo contesté a todo el cuestionario la opcion E.... y mentí. jejejej. manolo b
ReplyDeleteya quiero la continuación!!! está excelente! De verdad soy fan de todos tus posts! buena vibra y abrazos!
ReplyDeleteMyr
RR, Myr y Manolo....muy pendientes, que muy pronto tendrán el desenlace de esta telenovela azteca.
ReplyDeleteRegresé a leerla y ya leí la segunda parte, jajaja! Me clavé leyendo y hasta el hambre se me quitó! :D
ReplyDeleteMe dejaste fascinada, que divertida tu forma de expresarte. Un saludo...
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