Friday, December 24, 2010

Las Enseñanzas del Tío Gus - Lección No. 6

Mi amiga la Huera, a pesar de tener unos cuatro ó cinco planes B, sigue esperando la llamada del desaparecido Plan A que se mencionó en la lección 5; el hombre que la conmovió recientemente y después de mucho tiempo de no haber sido conmovida. Tal vez las alternativas han ayudado a amortizar el dolor del abandono, pero lo cierto es que ni el vecino de 30, ni su entrenador del gimnasio, ni el ricachón con mercedes ni un exnovio de la prepa, le han borrado la tristeza y el enojo ocasionados.

La situación de la Huera me hizo pensar que tal vez las cuarentonas ya no estamos diseñadas para planes B. Nos falta paciencia, nos sobran trabajo y cuentas por pagar. Tomando esto en consideración, decidí darle un giro de tuerca a la técnica del Tío Gus y hacer del Panista un plan intermedio mientras mis emociones y mi autoestima me lo permitieran. Y a pesar de que la metodología (como vimos en la lección 5) indicaba claramente NO contestar sus llamadas, el sábado que siguió a nuestro encuentro providencial con su cita a ciegas en el café del barrio, tomé el teléfono después de tres llamadas de las de las 2:30 p.m., y le pedí que nos fuéramos a tomar un trago.

Probablemente el Panista sea de los pocos hombres en el mundo a quienes hay que aclarar que para ir a tomar un trago no es necesario tomarse el trago. Fue por esto que tuve que obviar mi deseo de ir al hotel de la Roma donde solíamos encontrarnos en nuestra primera vuelta. Y lo que me permitió también, o nos permitió a los dos, aparentemente, cambiar las reglas del juego y proponer un Plan B. El hombre con quien, según el Tío Gus, no puedo contar de manera constante ni considerar parte de mi cotidiano ni construir planes a mediano o largo plazo (ni para la próxima semana ni para el próximo año), pero con quien puedo salir a cenar uno que otro sábado y echarme una canita al aire.

Debo admitir que el nivel de participación del Panista superó por algunas semanas los encuentros casuales y/o sin compromisos que lo clasificarían como plan B: llamaba y nos veíamos más o menos dos veces a la semana, y algunos encuentros inclusive incluían a sus hijos o a mis cuates, lo cual considero ya algo comprometedor… Pero, y ahí está el meollo del asunto, eran solo “ciertos rasgos”, porque también cancelaba citas en el último minuto por las razones más pueriles. Y si yo cometía el craso error de buscarlo, es decir de tomar la iniciativa para encontrarnos, recibía respuestas que oscilaban entre el rechazo y la indiferencia.

El Tío Gus, como pudimos ver en la lección 5, se oponía rotundamente a que llamara al Panista para cenar, coger o lo que se pudiera ofrecer. Pero ante la contundencia de los hechos –Juanita ya estaba viendo al Panista con cierta frecuencia-, optó por enseñarme como proceder tomando en consideración lo ambiguo de mi situación. Esto fue lo que llamó “el póker del Amor”.

Hasta lo que pude entender ya que yo no sé jugar póker, el Tío Gus me decía que, si no eres un gran tahur, tal vez apuestas todo tu dinero en la primera mano porque tienes muy buenas barajas. Esto es, tu atención está en una ronda y no en todo el juego. Sin embargo, un buen apostador se concentra en toda la partida y procura dentro de lo posible no revelar su estrategia. De la misma manera, yo debía de proyectar mi juego con mi plan AB (o sea el Panista) para que durara más de una ronda: de barajas o de tragos o de llamadas telefónicas. Debía aprender la técnica antes que actuar según el instinto, mantener cierta frialdad ante las situaciones, poner cara de idem y observar con atención el juego del otro. Esto es, no actuar hasta conocer tanto sus cartas como su manera de jugarlas.

El ejemplo surgió ya que después de dos semanas de cine teatro cama y cena con el Panista, lo invité a casa de su servidora a una pequeña reunión a la cual no asistió. El Tío Gus preguntó por él y al escuchar mi respuesta -"está trabajando"- comentó que tal vez no debía haberlo invitado, que me mostraba y mostraba mis cartas demasiado pronto. En otras palabras, yo no debía abrir NINGUNA baraja hasta que entendiera con claridad como venía el juego del Panista.

Como dije antes, no sé jugar póker, y lo que me sugería el Tío Gus me molestaba y me incomodaba: ¿porque no había de llamar al Panista si tenía ganas de verlo? ¿O invitarlo a una reunión? Claro que así mis barajas quedaban al descubierto y perdía lo ganado la ronda anterior. Que fue lo que acabó sucediéndome. ¿Dónde se encontraba mi error principal como jugadora, si trato de analizarlo a posteriori?

Yo asumo que si el panista descarta un ocho de corazones es porque le apuesta a las espadas o a los tréboles. Pero tal vez el panista solo está “blofeando”, y tengo que observar como juega con más detenimiento para saber si realmente no le sirven ni los ochos ni los corazones. Esto es, no puedo asumir ni que barajas tiene ni cual es su estrategia sino hasta después de varias rondas. Sin embargo yo, principiante en los juego de baraja e incipiente en los juegos del amor, doy por sentado que si me acompañan a UNA fiesta puedo pedir que me acompañen a TODAS las fiestas, y que si me llaman tres veces a la semana me van a seguir llamando SIEMPRE tres veces por semana. Y en cuanto esta expectativa se frustra, me frustro yo, se desfigura mi cara de póker y afloran los reclamos, maldición divina del estereotipo femenino. La única forma en la cual puedo no engancharme con este maligno estereotipo es mantener la calma; no abrir mi mano hasta que pueda establecer un patrón de conducta en el juego del otro.

Fue por eso que decidí analizar como me estaba yendo en el partido. Y el resumen del juego de póker que procedió a la clase con el Tío fueron una semana en la cual el Panista se desapareció porque yo soy una berrinchuda (de hecho, lo soy), dos fiestas de amigos míos a las cuales él atendió estoicamente, tres cenas-tragos entre semana iniciativa de él, un rechazo a una invitación iniciativa mía, y tres cancelaciones a tres citas distintas (por razones diversas.) 5 puntos a favor y 5 en contra. De más está decirles que me URGE aprender a jugar póker para salir de esta ambigüedad. Y como no se está jugando con las cartas abiertas, mi propósito de año nuevo, queridos lectores, es observar y callar y estudiar con atención la técnica de juego de los otros jugadores.

--- Colaboración especial de Juanita Montalbán ( juanitamontalban@hotmail.com )

Friday, December 17, 2010

Irene

Tengo la imperante necesidad de hablar con los desconocidos. No me pregunten por qué pero me entusiasma sobremanera conocer la vida, las historias, las anécdotas de gente que ni conozco. En todo momento y lugar pareciera que me "brincan encima" las oportunidades para acercarme a alguien y comenzar a charlar sin más ni más. En este pasatiempo me encuentro con personas interesantísimas y, por sorprendente que parezca, casi todas estas interacciones me han dejado algo enriquecedor, algo que ha contribuido de una u otra manera a mi vida. El encuentro que les relataré es particularmente especial.

Me encontraba caminando por una de las calles de la ciudad de México que está muy cerca de mi casa por lo que la he recorrido más de treinta veces. Hacía algunas semanas que no pasaba por ahí, y me llamó la atención un restaurante nuevo de comida oaxaqueña (para quienes no lo sepan ésta es una de las comidas más ricas de mi país) así que me detuve a ver el menú. Una vez que terminé de revisar la deliciosa variedad de platillos levanté la mirada y mis ojos se toparon con los de ella. Irene estaba detrás del mostrador de la tiendita de artesanías oaxaqueñas colocada a un lado del restaurante. Como es mi costumbre sin vergüenza alguna entré a la tienda y, con la confianza que su sonrisa me brindó, comencé a platicar con ella. Qué poquito sabía del impacto que este encuentro tendría en mi.

Escribir sobre Irene comprende la labor de resumir en una mil y un historias. Todas y cada una de ellas son perlas de sabiduría, por lo que vale la pena comenzar a contarlas una a una.

Irene es una indígena zapoteca de la Sierra de Oaxaca (México). Es una mujer empresaria, madre de una pequeña de 11 años, que se abre paso día a día en la ciudad más grande del mundo. Hoy, Irene no sólo cuenta con la responsabilidad de sacar adelante tanto a su niña como a su negocio, la tienda de artesanías oaxaqueñas, sino que además se da a la labor de apoyar a diversos grupos de mujeres indígenas de la sierra. Pero no todo fue siempre así.

Irene llegó a la Ciudad de México a los 12 años. Estaba descalza, no hablaba español y lo único que tenía era una caja de cartón atada con mecate a la cintura donde guardaba sus pocas pertenencias. Llegó a casa de un adinerado español quien le permitió vivir ahí y recibir educación académica básica. Con dicha familia Irene aprendió el idioma español, a leer y escribir y por lo tanto los recuerda con profunda gratitud y cariño. Como la gran mayoría de las mujeres latinoamericanas, tenía la ilusión de encontrar y experimentar el amor de pareja, un hombre con quien compartiría su vida, sus sueños y logros. A los 25 años parecía que lo había encontrado: un hombre poco mayor que ella que la hacía sentir especial, que la quería o por lo menos eso era lo que ella pensaba. Se enamoraron y finalmente se casaron. Poco duró la felicidad, desde el primer día el marido (cuyo nombre Irene omitió) la agredió. Primero fue de manera verbal, utilizando palabras altisonantes y denigrantes. Posteriormente el maltrato pasó de la grosería a la brutalidad física: empujones, apretones que le dejaban moretones en brazos, muñecas y piernas, golpes con la mano abierta y cerrada día tras día tras día. Debido a dicha agresión Irene no permitía, con justa razón, ningún tipo de acercamiento íntimo. Fue ahí que comenzaron las violaciones por parte de su marido. Como ella misma lo expresa "a su lado todo era a la fuerza".

El problema no quedó sólo ahí. Su entonces pareja, presa de las adicciones, sus propias frustraciones y la ignorancia, generó tal desequilibrio en la familia que ésta comenzó a afectar a su hija. Irene cuenta con tristeza y dolor cómo la pequeña se refugiaba en su cama, con la carita y los ojos tristes, tratando de mantenerse aislada de tanta violencia. No fue hasta que la niña comenzó a mostrar signos de amargura que Irene comprendió que los golpes que ella recibía no los recibía por sí sola. Un día cuando su hija tenía 6 años el papá también agredió a la pequeña. En ese momento, vio con desesperación que tenía que hacer algo para proteger a su nena y acabar de una vez por todas con esa terrible situación.

Buscó ayuda en un organismo gubernamental (INMUJERES) y la encontró en una psicóloga que, en palabras de Irene, la hizo despertar. "Tú no eres una mujer de decisiones" le dijo. "Todo lo que te está ocurriendo se responde con una sola pregunta ¿qué quieres para tu vida? ¿Qué es lo que quieres para tu hija? Respóndete a ti misma ¿qué quieres? En la respuesta encontrarás la solución a tus problemas. Si tú no quieres seguir viviendo así, toma la decisión de terminar con esta relación y hacer que tu vida florezca y sea tal como quieres que sea." Parecería que la respuesta vendría de la mano con la solución, sin embargo Irene relata cómo tuvo que vencer antes que a su marido al enemigo más grande de todos: EL MIEDO. El miedo a lo desconocido, al prejuicio y al juicio de los demás, el profundo temor al fracaso y a la soledad. Ese miedo que paraliza, que acorrala el alma y con ella al cuerpo y nos ata a vivir situaciones y experiencias más allá de lo sano y lo coherente. Sin embargo, fue el amor propio, la dignidad, el amor y la responsabilidad con su hija lo que le hicieron dar ese primer gran paso.

Como ella lo relata, no fue una labor sencilla y vencer el miedo no fue lo más difícil. No sólo tuvo que abandonar el departamento que habían comprado en conjunto para comenzar a rentar; se quedó sin automóvil, sin ahorros, sin lujo alguno. Tuvo que atravesar por una terrible depresión, de la cuál poco entendía y que aun con ayuda profesional recuerda como una pesadilla. Sin embargo, lo que para ella fue la labor más compleja fue la de PERDONAR. Primero y antes que a nadie, a sí misma por haberse permitido vivir durante tantos años el abuso por parte de su pareja. Para Irene comprender su propia responsabilidad en todo lo acontecido fue devastador y a la vez liberador. Tuvo que hacer uso de todo su corazón y valentía para reconocer que había estado dormida durante los años que su exmarido abusó de ella. Y lo que fuera perturbador en un principio se convirtió en un acto liberador que le permitió reencontrarse consigo misma y rehacer su vida, tal como ella la quería.

Hoy por hoy, Irene se enfrenta a los retos con entusiasmo y, ¿por qué no decirlo?, con cierto orgullo. Ella es una mujer digna, fuerte, valiosa y valiente. Su meta más grande es darle a su pequeña hija educación amorosa y coherente para convertirla en un ser humano de bien y en quien se pueda confiar. En sus hermosos ojos cafés no hay rastros de amargura, miedo, dolor o autocompasión. "Somos portadoras de amor" me dice refiriéndose a las mujeres "y como tales, contamos con inagotable capacidad de crear un mejor futuro para los pequeños. Esa es nuestra principal responsabilidad."

Irene desea compartir su historia con el sueño de que las mujeres DESPERTEMOS. Despertemos al ilimitado potencial de nuestras propias vidas. ¿Cómo? Haciéndonos responsables por lo que ocurre en ellas.

Esta es una de las tantas perlas de sabiduría que Irene tiene para compartirnos, tan sólo una.

--- por Ana Patricia Castañeda García @GranComandante @estrogeno3

Thursday, December 9, 2010

De colores

Recordando cómo nos divertíamos de niños con los libros para colorear y con motivo de las fiestas decembrinas se nos ocurrió regalarles un: "Gran Comandante para colorear."


Instrucciones:

1) Haz click con el lado derecho de tu mouse y salva la imagen blanco y negro de El Gran Comandante.
2) Si cuentas con lápices de colores, crayolas, acuarelas, etc., imprime la el .jpg y coloréalo a tu antojo.
3) Si cuentas con Photoshop, date gusto coloreando a El Gran Comandante, ponle bigotes, agrégale pecas o simplemente trata de igualar la foto original.

Incluimos la fotografía original sólo como referencia pero el chiste es que te diviertas, como hace años, coloreando a tu antojo.

Invitamos a aquellos que sean más atrevidos o artísticos a que nos manden sus dibujos a:
contact@estrogeno3.com

¡A rellenar la vida de colores y pasen unas felices fiestas!

Les compartimos los realizados por Peyo Sugranes, el Señor Fox, Juan Pablo Manazza y José Brousset. ¡Verdaderas obras de arte!

(Peyo Sugranes)
(Señor Fox)
(Juan Pablo Manazza)

(José Brousset)


¡Nos encantaron! Muchas gracias.

Monday, December 6, 2010

Are we oversharing?

El otro día tuiteando tonterías como siempre, después de un par de tuits con un tuitero que ni siquiera yo seguía, él me pregunta directamente por mi hijo. Le contesté y después me quedé helada, sobra decirles el nivel de paranoia en el que entré: ¿quién es esta persona que me pregunta por mi hijo? ¿Sabe que tengo un hijo, sabe mi nombre y si hace un par de searches sabe casi todo lo que quiera de mi vida? Miedo a full, las imágenes e historias de secuestros en el país me pasaron por la mente.

Después pensé también en como en Twitter en cosa de minutos una tuitera fue ayudada en una emergencia o como se logró que no se aumentara el impuesto a Intrnet, por medio de la campana #internetnecesario, también me acordé como muchos se preocuparon y fueron ayudar cuando incendiaron parte del Bosque de Chapultepec “para salvar unos perros”.

Me empecé a tranquilizar… pensé… “este tuitero también es una persona que dado que sabe que tengo un nene y porque me ha seguido ya de algún tiempo conoce algo de mi vida” ¿podría ofrecerme el trabajo de mi vida? ¿Podría ayudarme en una emergencia? ¿Podría ser a la larga alguien que se convierta en un verdadero amigo?

Las dos cosas pueden ser, pero tiendo a creer que de la primera no son salvamos ni dejando de usar FB y TW y que existen muestras de que en la comunidad de Tw México a pesar la de las bromas, los trolleos y los insultos que pasan a diario por los TL existe solidaridad y consciencia y de cierta forma me regresan un poco la confianza en la gente.

Hace rato que vengo diciendo que si le pusiéramos nuestos “@arrobas” a las puertas nuestros coches (así como logos de empresa) seguramente el transito y la violencia en el manejo disminuirían. ¿Qué opinan?

--- por Lorena Pablos L. @lezorrillo @estrogeno3

Thursday, December 2, 2010

Diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres

En la búsqueda para entenderlos a ellos y que ellos nos entiendan a nosotras, encontramos este video que nos pareció ¡maravilloso! El Dr. Mark Gungor explica las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres. Se evitarán muchos pleitos y malos entendidos, créanos.


Esperamos les guste y nos ayuden a compartirlo.