Hoy en día existe una enorme preocupación por usar términos políticamente correctos para no ofender a gran cantidad de grupos. Dios nos libre de decir negro en lugar de Afro-americano. No se te ocurra pronunciar discapacitado, cuando claramente se trata de una persona con capacidades diferentes. Es preferible decir de la tercera edad que viejo y es mucho más amable referirte a alguien feo como estéticamente retado.
Pero eso sí, nadie se contiene cuando se habla de un gordo o gorda. Los calificativos en este caso no tienen freno e incluyen algunas joyas como puerco, marrano, mole, cebo, bola, cerdo, bofo, balón. Algunas veces, se hace énfasis agregando terminaciones como puercAZO, cerdAZO o marranAZO, según la cantidad de sobrepeso observado. Incluso, el término más comúnmente aceptado suena como un insulto:
OBESO.
Casi es preferible que te digan hijo de puta.
Personalmente, creo que es hora de que los que hemos padecido tanto el mal como la discriminación asociada nos unamos y exijamos que los gordos y gordas del mundo seamos tratados con igualdad y respeto. Desde hoy, propongo ser conocidos como los metabólicamente alterados.
En efecto, es más largo de decir. Cuesta un poquito más de trabajo. Sin embargo, la frase será un gran paso en la lucha por los derechos humanos.
¿Sabían, por ejemplo, que las personas metabólicamente alteradas ganan menos que las gentes delgadas? Y eso si consiguen el trabajo, que es más factible para los que tienen menos kilitos que más. La situación se acentúa si eres mujer. A las mujeres, las redondeces se nos perdonan mucho menos.
Es verdad que la obesidad se cura cambiando tu estilo de vida y eso es una decisión personal. Pero también es verdad que es muy, muy, muy difícil de lograr y de mantener. Hay algo de cierto y algo de falso en la frase “Está gordo/a porque quiere”. Nadie QUIERE estar gordo/a. Nadie se sube a la báscula rezando por haber subido otros 10 kilos aparte de los 20 extras que ya tenía. Nadie celebra la resistencia de pantalones, blusas y faldas a cerrar. Nadie dice “Me encanta lo cachetona que salgo en esta foto” o “ Qué padre. Ya no me queda nada. Tengo qué comprarme la talla que sigue”. De hecho, en los peores momentos, dan ganas de cavar un hoyo (que encima cuesta más trabajo porque tiene que ser grande) y esconderse para siempre.
Estar metabólicamente alterado se percibe socialmente como una debilidad que es CULPA del que la padece. Por eso, genera más empatía estar enfermo de cualquier otra cosa. Pero la obesidad ES una enfermedad. Es muchas veces genética y crónica. No lo digo como excusa, porque como en cualquier otro mal, hay que aprender a vivir con él y a tomarse la medicina. Lo digo porque como una persona metabólicamente alterada en franca recuperación, me gustaría que los %$·%$%”$%&&$$% flacos entendieran nuestro calvario.
Por muchas razones emocionales, yo me comí el estrés, la pena, la angustia y el dolor que se generaron en una época de mi vida. Cómo consuela el taco, la torta, la tostada, la pizza, la hamburguesa, la quesadilla, los sopes, los tlacoyos, los bolillos, los molletes. Cómo da gustirrinín la copita de vino, el bife de chorizo, la papa al horno con crema, tocino o mantequilla. Si es navidad, no puedes dejar pasar los turrones y los romeritos. Si es septiembre, los chiles en nogada. Si es Octubre, el pan de muerto. Cómo vas a hacer dieta si tienes una cena, una boda, un bautizo, un funeral. Cómo vas a decirle no a la botana y al postre. No cabe duda:
Masticar es gozar. Y cuando eres hija de un español, puede ser, además, motivo de orgullo (hasta que exhibes los síntomas del gozo en el culo).
A veces, toma mucho tiempo encontrar el camino de regreso. Tal vez tienes que verte de reojo en una vitrina y pensar por un segundo que Paquita la del barrio está frente a ti…hasta que te pides el autógrafo a ti misma. Tal vez tienes que empezarte a vestir de beduina hasta en épocas de terrible calor, o romper una silla, o reventar un zipper, o perder a un galán, o evitar a un posible galán. Tal vez, sólo necesitas hartarte de sentirte fatigada, sofocada y enferma.
En mi caso fueron all of the above. Bueno, no rompí una silla y el galán se esfumó desde antes de la alteración metabólica. Y más que a Paquita la del barrio, le daba un aire a la cantante de mocedades (un poquitín menos alterada).
No sé cómo pasó, pero aquí estoy, 27 y medio kilos después, a sólo 6 de la victoria total, poniéndome jeans y camisetas, tirando jorongos y tiendas de campaña, participando en maratones y caminatas, nadando….y siendo feliz.
En mi gordiclínica nos dijeron que no debemos asociar nuestra auto-estima a nuestro peso, pero yo opino que, tristemente, eso es BULLSHIT. No debería de ser, pero es. Todos los metabólicamente alterados, pasados o presentes, somos hermosos por default. Tenemos mentes brillantes y corazones gigantes y en general, un gran sentido del humor que usamos muchas veces como defensa. Deberíamos ganar lo mismo que la flaca de junto y tener la misma oportunidad con los prospectos románticos. Nadie nos debería decir marranos, puercos, ni pinches gordos. Pero pasa. Y no debemos acostumbrarnos a eso.
Pero tampoco debemos acostumbrarnos al sobrepeso y a un estilo de vida que más bien es de muerte. Quiero decirles a todos los que hemos pasado por la experiencia de la gordura que dentro de nosotros hay una versión más ligera y saludable de nuestra persona, más en control, más conciente de sus sentimientos, de sus posibilidades. Quiero decirles que no se trata de no comer, sino de comer mejor, de ajustarnos a un “presupuesto calórico” que sólo nos va a alcanzar para ciertos lujos, pero que nos podremos dar ocasionalmente. Quiero decirles que yo, que sólo corría si alguien me venía persiguiendo con un cuchillo, estoy entrenando para caminar un maratón. Si yo pude, todos podemos.
El hecho de haber dejado la gordura atrás no hace que deje de sentirme parte del grupo de los metabólicamente alterados. Siempre entenderé lo que se siente. Siempre tendré que cuidarme de no recaer. Y carajo, nunca me dejarán de gustar las tortas, los tacos, las pizzas, la paella, la fabada, el vinito, el bife de chorizo, las quesadillas, los sopes, los tlacoyos……
Bajar de peso es la parte fácil. Mantenerte es el verdadero reto.
En el engordar como en el adelgazar, ¡la cosa es empezar!
Empiecen hoy. Suelten esa rebanada de pastel. Desempolven esos pants. Tiren las papitas a la basura. Repitan conmigo “me encanta el brócoli, me encantan los chayotes, se me antojan unos pepinos”. Disfruten el proceso. Trátense bien. Háblense bonito.
Y recuerden:
NO ESTAMOS GORDOS. Sólo estamos temporalmente alterados de lo que viene siendo nuestro metabolismo.
Los dejo. Voy por mis apios con chile y limón.
--- por Martha Soler Mallet @cholechita @estrogeno3 con la colaboración especial de Eduardo López Caturegli @lalolopez