29 de agosto de 2011.
Han transcurrido cuatro semanas desde que partiste. Este periodo de tiempo ha sido sumamente confuso pues parecería que fue ayer que nos dieron la horrible noticia y a la vez tu ausencia hace sentir como si ya hubieran pasado varios meses. Tú nos diste más que compañía, con tu alegría e insaciable deseo por vivir y llamar la atención llenabas todos los huecos de tiempo y espacio de nuestras vidas. En tan sólo 3 años te convertiste en mi mejor amiga dándole todo un nuevo significado a este término. Tú me ayudaste a entender el "aquí y el ahora" pues nadie sabe mejor que los perritos lo que significa "vivir en el presente". Me enseñaste lo que es el amor incondicional, tan confuso y aparentemente inalcansable para los seres humanos, obsequiándonos con entusiasmo sólo lo mejor de ti. ¡Cómo serías de generosa que hasta un cachorrito dejaste a nuestro cuidado!
Hoy, al igual que cualquier otro de los días transcurridos, no dejo de pensar en ti. Sin embargo, ya no lo hago con tanta tristeza y es por eso que decidí escribirte esta carta. Es justo que sepas lo que ocurrió desde que enfermaste.
Primero lo más importante, la Lolita se ha hecho cargo de tu pequeñito. Hablamos con ella y le dijimos que como tú ya no estabas él la necesitaba. Y aunque nunca tuvo cachorros propios, supo perfectamente lo que tenía qué hacer. De un salto entró a la caja que les habíamos preparado a ti y a él, con cuidado se recostó a su lado y amorosamente permitió que se le pegara a las tetillas. Pocos días tuvieron que pasar para que comenzara a producir leche ¡imagínate a tu comadre como mamá postiza! Lo ha hecho muy bien, lo alimenta, baña y comienzan a jugar juntos. Al pequeñito le salieron sus primeros dientes y tambaleándose da sus primeros pasos. Todos hemos colaborado para sacarlo adelante y hace unos cuántos días tus veterinarias nos dijeron que ya está fuera del peligro de las primeras semanas de vida. ¡Estamos muy emocionados con el pequeñito! Está guapísimo, es muy juguetón y hasta ha llegado a emitir un pequeño ruido que se asemeja a un gruñido cuando algo no le parece. Aún no tiene nombre pues ya sabes que papá y yo a veces tardamos en ponernos de acuerdo. No te preocupes, te prometo que será uno muy lindo y con mucha personalidad... así como el tuyo.
Quiero que sepas que en cuanto se dio la noticia de tu enfermedad en las redes sociales, se desató una oleada de amor y luz que a la fecha nos sigue conmoviendo hasta el tuétano. He perdido la cuenta de las personas que se movilizaron para ayudar. Aunque el día que enfermaste era un día de lluvia y tráfico de locos, decenas de dueños y mascotas recorrieron la ciudad y llegaron al hospital veterinario para ofrecer la sangre que necesitabas o llamaron para dejar sus datos; la recepcionista del hospital nos dice que hasta la fecha los contactan para preguntar por ti y por nosotros. Otras muchas, muchísimas, nos enviaron mensajes de apoyo en forma de tuits, oraciones, mantras, plegarias, emails, visitas y llamadas telefónicas. No dejaban de llegar las demostraciones de cariño y preocupación, incluso personas que nunca habían encendido una veladora, lo hicieron para pedir por ti. Fue tanto el amor que nos enviaron que se creó una especie de ola cálida que nos envolvió incluso durante los días posteriores a tu muerte. Seguimos recibiendo llamadas y mensajes de apoyo y cariño ¡la gran mayoría de parte de personas que nos eran completamente desconocidas! Hoy ya no lo son. Papá y yo los llevamos a todos y cada uno de ellos en nuestras mentes y corazones. Con sus mensajes y demostraciones de cariño tejieron alrededor nuestro lo que llamo "la red de un sólo corazón". Esta red nos apoyó durante tu convalecencia y nos sostuvo en el momento que tuvimos que decirte adiós. La red de un sólo corazón nos dio mucho más de lo que pedimos. Nos dio la prueba de que en este mundo nadie está completamente solo, que sólo basta abrir nuestro corazón y pedir ayuda para que otros corazones misericordiosos se pongan en contacto con él y no lo suelten ya más.
Tú mi chiquita hermosa, hiciste en salud y en enfermedad milagros maravillosos. Primero, llegaste a mi vida para ayudarme a abrir los ojos del alma, despertar y salir de la obscuridad que tenía nublado mi camino. Segundo, de la manera más inusual convocaste voluntades, deseos, mentes, esfuerzos y, por supuesto corazones, uniéndolos por siempre. Nos diste la oportunidad de experimentar en carne propia la fuerza del amor, la fuerza de la red que se teje de corazón a corazón. Yo estoy convencida que desde donde te encuentres, sabes que lo que digo es cierto y te llenas de felicidad porque fuimos capaces de percibirlo.
Te prometo chiquita mía que de ahora en adelante viviré con todo el entusiasmo, la confianza, la alegría y el amor con el que tú recorriste tu camino por la Tierra. Y en tu honor, Penélope adorada, a todo lo que yo haga le pondré mucho "glamour".
Tú y yo somos una hasta la eternidad.
Con todo mi amor, hasta pronto.