Monday, March 21, 2011

¿SEXO DÉBIL? O cómo reconocer que ellas tienen más ovarios que nosotros huevos.

En Estrógeno 3 hemos dicho muchas veces que somos fans de la testosterona y celebramos tanto nuestras coincidencias como nuestras diferencias. Hemos tenido la suerte de encontrarnos en el camino con representantes masculinos que son tan amantes de las mujeres como nosotros lo somos de los hombres. Uno de ellos es nuestro querido, querido amigo Homero Velásquez, fiel seguidor de nuestro blog, porrista sin sueldo e incansable fan de las mujeres. A pesar de la amistad que nos une, no conocíamos su historia, el increíble ejemplo que le dio su madre y las razones por las cuales él sostiene que estamos muy lejos de ser “el sexo débil”.

Agradecemos mucho su generosidad para contarnos esa historia y la belleza de las palabras que nos dedica.

Homero, eres una refrescante dosis de testosterona en medio de tanto estrógeno.


¿SEXO DÉBIL? O cómo reconocer que ellas tienen más ovarios que nosotros huevos.

La molestia y rechazo de muchos a la reciente “celebración” del Día Internacional de la Mujer se hizo más que evidente entre hombres y mujeres por igual, sobre todo, en las redes sociales.

El argumento es en sí mismo una paradoja poderosa: Al tratar de darle un lugar preponderante, un espacio particular como pretexto deferente, una importancia singular, una atención especial a la Mujer… se confirma por antonomasia, de manera simultánea, que la equidad de género sigue siendo una falacia, todavía distante de conquistar en las mentes de una sociedad que, aún con características matriarcales, se niega a dejar atrás la cultura machista con la que crecieron nuestros padres y con la que nos educaron a la generación hoy parricida, al menos en intento, de los estorbosos legados que aún marcan la separación de géneros.

Por fortuna, generación tras generación, se han ido erradicando los oscuros velos que mantenían a la mujer en el falso perfil de inutilidad, como una invisible y anacrónica “burka”. No obstante, los países occidentales hacen que se noten cada vez menos estas manifestaciones de inseguridad machista. Pocos son los que saben o incluso recuerdan que también hay un Día Internacional del Hombre. Y eso mismo nos confirma que nadie cree necesitarlo, a diferencia del Día de las Maravillosas Féminas del que todos hacemos alharaca.

Tendríamos que empezar por hacer de los 365 días del año los Días de nuestras mujeres. Cuando logremos -de forma normal y cotidiana- respetar y venerar a nuestras hijas, hermanas, esposas, madres… primas, amigas, amantes, concubinas, compañeras de trabajo, vecinas, conocidas y extrañas que se cruzan en la calle y en nuestras vidas, habremos conquistado una frontera que, tristemente, todavía está hoy llena de filosas púas.

Yo creo estar haciendo mi parte. ¿Cómo no adorarlas? Si ellas son la fuente de la vida. Ellas son el corazón del placer. Son nuestro motor para crecer… nuestra razón para enloquecer de amor y de pasión.

Yo crecí en un hogar donde una mujer, solita, nos sacó adelante a 4 hijos. Donde una mujer, sin ayuda, nos enseñó a proteger a nuestra única hermana... nos mostró con su rudeza que para decir "te amo" no teníamos que abrir la boca. Ella era una sencilla Maestra de Primaria, egresada de la Normal Superior. Y tenía un modestísimo sueldo, por usar un amable eufemismo. Ella hacía magia para estirar los raquíticos recursos. La hacía de madre, padre, amiga... guía, consejera y, muchas veces, de confidente.

Una noche, ya en la madrugada, recuerdo caminar semi dormido rumbo al baño, cuando un sollozo me hizo verla entre las sombras… sentada en una silla, con la cabeza entre sus rodillas y sus manos cubriendo el rostro. Yo era un chiquillo de 7 años. Y con la estupidez que usualmente acompaña la inocencia infantil, le creí entonces con absoluta convicción, que la razón de su llanto era un machucón en el dedo. No pasé mucho tiempo en descubrir que ella, simplemente, ya no podía más. Trabajar doble turno para apenas alcanzar a salir con los gastos, se había vuelto incluso insuficiente. Seguía agregar al matutino y vespertino, las clases en una escuela nocturna.

A partir de ese evento, Raquel Pineda se cuidó conscientemente de no volver a llorar frente a mi o a mis hermanos, ni siquiera en horas inhábiles. Estoica, firme y determinada, siguió adelante multiplicándose como lavandera, educadora, costurera, cocinera, asesora cultural y guía de vida.

El asunto es que mi madre no es sino sólo un ejemplo particular de los millones de mujeres que se han aventado la misma faena heróica, en otro tanto de millones de hogares en México y latinoamérica.

Por eso es que las Mujeres son las heroínas de este cuento.

Por eso… la pregunta es ¿cómo no admirarlas? Si por donde se les vea son una chulada.

Cómo no respetar a quien me ha dado lo mejor de mi vida: mis hijos.

¿Sexo débil? Qué risa me genera ese calificativo tan elementalmente ciego. Ellas tienen más ovarios que muchos de los que presumen tener huevos.

Para rendirles tributo, he aquí un homenaje público que, por escrito, pretende dejar huella permanente en honor a todas las MUJERES a quienes deberíamos venerar todos los días. Y no se trata sólo de compartir este intento de poema, sino de darnos cuenta que ellas mismas son el poema perfecto.


Débil Sexo

Autor © Homero Velázquez Pineda

Extraído del Libro de Poemas “Estados de Ánima”.


¿Valientes?

Valientes ellas...

¿Quién fue el idiota

que las bautizó de

“El Sexo Débil”..?


El futuro es a ellas

como el presente a nosotros.

Las enloquece el mañana...

nos enamora el hoy.

Ven el resultado en su mente...

fantasía de convertirlo en hoy.


La evolución las conquista...

a todo le buscan reparación.

Aterrados del cambio,

la tranquilidad de lo estable

apacibles preferimos.


Convencidas de sus sueños,

no aceptan realidad alguna...

y en valiente desafío a Dios,

rebeldes cuestionan su creación.



Todas afirman

que somos todos iguales,

ello es clara muestra

de nuestra falta de premeditación.


Una interminable lista

es su firme prueba

de que con nosotros...

Dios les falló.


Rebeldes admirables...

inconformes perpetuas.


¡Me encantan esos zapatos!

Pero con la hebilla de éstos...

y en el color de aquéllos.

ya luego los pinto.


Qué afán tan decidido

de querer modificarlo todo.


La Mona está bien.

pero la siento muy Lisa...

preferiría otra sonrisa.

Qué va a saber Leonardo...

si el pobre insulso

solamente era hombre.


Les cautiva su sueño...

y precisamente a su gusto.

Mejor un bloque de marmol

que la escultura ya hecha...

cincelarán luego a su antojo.


“A él... lo acepto tal cual es.

Al fin luego hago que cambie.”

“Así como está me la llevo...

sólo cámbiele el tapiz.”


“Me urge agrandarme los senos.”

“Yo me los quiero achicar.”

“Me veo mejor de morena.”

“De rubia me voy a pintar.”

“Tengo que subir de peso.”

“Ya sé cómo enflacar.”


Las más severas jueces...

de sí mismas exigentes críticas.

Si ni ellas llenan sus requisitos... ¡olvídenlo!

nosotros jamás podremos.


Su mayor conflicto:

todo lo que no pueden cambiar.

Envidiable fuerza con que se enfrentan a ello.


¿Quién de nosotros podría,

por dar sólo un ejemplo,

con todos los pagos mensuales

que Dios les cobra con sangre?


¿Quién es el macho

que se dice el fuerte...

y aguanta el dolor de un parto?


Inimaginable dolor

por desconocido.

Envidiable experiencia

de generar en su interior la vida.


¿Valientes?

Valientes ellas...

¿Fuertes?

Fuertes ellas...


¿Quién habrá sido el idiota

que las quiso etiquetar de Sexo Débil?


Ya quisiéramos todos

los del Sexo Fuerte,

tan sólo por un día,

la mitad de la fuerza

de su débil sexo.


© Homero Velázquez Pineda.

Monday, March 14, 2011

"Inception o ¿Quién coño me sembró esa idea?"

La historia les puede resultar familiar. Te levantas una mañana de particular buen humor. Te ves al espejo y piensas :

“Ahhhh, pero qué chula de bonita amanecí”.

Sales de tu casa con tu familia rumbo al club España, para pasar un sábado feliz intentando jugar algo parecido al tennis y conviviendo con tu hermana y tus amigas. Y es entonces cuando sucede. Llega una perfecta desconocida y le dice a tu mamá, justo enfrente de tus narices:

“¡Ahhhhyyyyyyyy pero qué barbaridad! ¿Esta es la famosa Chiqui? Bueno, pero qué barbaridaaaaaaaad. Miss Universo. Es la próxima Miss Universo”.

De pronto, se da cuenta de que estoy ahí y me ve con una pena que daba pena.

“Bueno, mijita, tu también estás mona (¿MONA? SERIOUSLY?)…..pero Chiqui……¡Qué barbaridaaaaaaaaaaaaad”.

En efecto. ¡Qué barbaridad!

Juro que hasta la fecha no sé quién es esa señora ni de dónde salió, pero aunque nunca la volví a ver, este personaje no se ha borrado jamás de mi memoria. Quizá tuvo que ver con el hecho de que me agarró de 11 años y sin el escudo de la terapia y los libros de auto-ayuda y superación, pero ella fue la que me SEMBRÓ LA IDEA de que yo no era guapa y de que había una diferencia abismal entre mi hermana y yo. Hombre, cierta diferencia había, pero no abismal. ¿O sí? No. ¿O sí?

He de reconocer que mis 11 primaveras no fueron mi mejor momento. Lucía un corte de pelo aterrador a la “Tizoc”. Tenía un cuerpecito de boiler bien chistoso. Y recuerdo que mis pantalones favoritos, acampanados, de pana color azul claro, gritaban “fashion emergency” con desesperación. Aún así, yo digo….¿y la delicadeza? ¿y el tacto? ¿y la misericordia?

No se vale. Del shock, ni siquiera pude decirle a la señora que su verruga me recordaba mucho a la de Hermelinda Linda.



Este recuerdo me ha hecho reflexionar y darme cuenta de que todos somos una especie de agricultores de ideas. Vamos por la vida siembra que siembra, sin entender bien que la cosecha depende de la semilla.

Hay unas semillas de la variedad In you face, como:

“Ay Toñito, lo tuyo, lo tuyo, lo que se dice lo tuyo, no son los deportes, mijito”.
“Ay, Eduardito, menos mal que eres bueno para los deportes, criatura del señor”.
“ Mi pobrecita niña , te tocó la maldición familiar. Sacaste las caderas de tu tía la nena”.
“Por lo menos tienes bonita cara, chula…”

Y hay del tipo Te lo digo Juan para que lo escuches Pedro:

“Lástima que lo único que heredó del guapo de su papá es el apellido”.
“Él va a ser el atleta y el otro va a ser el intelectual”.
“Lo bueno es que la nariz se puede operar”.
“Cuando crezca se va a mejorar, vas a ver” (frase acompañada de una expresión parecida a la que sucede naturalmente en casos de severo estreñimiento).

Todos lo hacemos, todo el tiempo. Por eso, creo que tendríamos que hacer el experimento de sembrar semillas de más calidad (y calidez), para que los troncos crezcan más fuertes, las ramas lleguen más lejos, los frutos sean más abundantes y las flores mucho más bellas.

Es más difícil enderezar un arbolito que concentrarte en regarlo y ponerle fertilizante (analogía que no necesariamente es la más afortunada si consideramos que es mierda, pero ustedes me entienden).

Así que demosle una segunda pensada a nuestras palabras y a nuestros pensamientos antes de sembrarlos en alguien. Acuérdense que la cosecha nos la vamos a comer todos.

Y a la señora que mencioné anteriormente, solo le digo:
“Sí soy bonita”.
¿O no?
¿O sí?
¿O no?
¡CLARO QUE SÍ!

--- por Martha Soler @cholechita @estrogeno3

Tuesday, March 8, 2011

Día de la mujer

Hoy se celebra el día de la mujer. La idea arroja de manera inmediata otra ¿por qué necesitaríamos de un día al año para recordar a la mujer y su contribución en la sociedad? Desde Facebook hasta Twitter se publican mensajes tanto de hombres como mujeres que no están de acuerdo con esta fecha. No les falta razón, todos los días deberían ser los días de los hombres y las mujeres, pero si abrimos el periódico y leemos la cantidad de feminicidios que hay en el país o revisas los datos sobre prestaciones y sueldos entre hombres y mujeres, la realidad te demuestra que todavía queda mucho por hacer. ¿Cómo acabar con esto?

Se me ocurre remontarnos a los comienzos de la humanidad cuando los grupos de individuos estaban reunidos alrededor de las mujeres, sí muchachos, como lo leyeron. Eran las mujeres las que no sólo recolectaban los frutos y cuidaban a los niños sino, que también daban las instrucciones necesarias para que la sociedad funcionara. Los hombres, en su papel de proveedor y explorador, salían a cazar al jabalí en turno para hacerlo carnitas.

Las mujeres tenían el rol más importante en la sociedad. Los hijos y todos los miembros de la familia vivían dentro de la comunidad de la familia de la madre. No existía el matrimonio, no se enojen chicas pero el bling-bling del anillo de compromiso no era necesario. Digamos que era un acuerdo verbal, así que en cuanto uno de los dos se cansaba del otro bastaba con hacerse una mala cara, hablarlo y no había necesidad de los buitres que son los abogados de divorcio. El hombre acompañaba a la mujer en sus labores y pasaba la noche con ella, haciendo lo que dos cuerpos suelen hacer al calor del fuego de una hoguera y al amanecer él se iba a casa de su madre. Bastante cool ¿no? Ella no tenía por qué lavarle los calzones ni coser sus trapitos, sólo estaban juntos porque les apetecía, porque eran amables uno con el otro, se hacían reír y apreciaban lo que el otro les daba.

En la educación de los hijos participaba la familia entera, hermanas, hermanos, tíos, tías y abuelos. Así, al niño nunca le faltaba con quién jugar a "patear la roca" o "lanzamiento por liana" por lo que no había ningún resentimiento debido a que la madre lo dejara solo por ir a trabajar. Los niños tenían un entorno familiar tan grande que crecían seguros, protegidos y no había necesidad de psicólogos que les dijeran que tenían "déficit de atención" por "falta de atención" en sus casas. Los hombres no se sentían ninguneados y su hombría no se veía "manchada" porque la mujer fuera la cabeza de la sociedad. Se vivía en paz y en armonía con la naturaleza, y al ser la mujer quien daba la vida, su figura se veneraba tanto como el de una diosa. Hombres y mujeres convivían de manera próspera y alegre, con un profundo respeto tanto de las relaciones emocionales como sexuales.

Esta forma de sociedad era tan equilibrada, armoniosa y funcional que hasta la fecha en China sigue existiendo un grupo así. Se llaman los Mosuo y han conseguido preservar por más de 1,000 años su sociedad matriarcal. Han llamado tanto la atención, su entorno es tan amoroso, tan bello y equilibrado que hasta se han convertido en una atracción turística. En la sociedad Mosuo, la igualdad y el respeto entre hombres y mujeres es absoluto. Ellas y ellos pueden en un momento dado dejar a su pareja y decirle “ya no quiero estar contigo, quiero estar con otro”, y su entorno ni las presiona ni las critica. Los niños crecen sin el trauma de la "separación" de su núcleo familiar pues éste siempre es sólido y muy amplio al incluir a los tíos, abuelitos, etc. En la sociedad Mosuo la madre se ocupa de la familia de una manera armónica pues en su cabeza no están ni la ambición ni el poder, simplemente la armonía familiar y social. Ahí no se discute para nada, los hombres son muy educados y delicados con las mujeres y están exentos de los prejuicios y las presiones sociales causadas por la superficialidad en que vivimos.

Los tiempos han cambiado muchísimo ¿no es así? ¿Por qué no rescatar algunas de las costumbres de nuestros ancestros? ¿Por qué no buscar que la mujer cuente con el respeto y la equidad que se merece y aprender de sus virtudes como líderes y amantes de la vida y la naturaleza?

Yo propongo que éste y todos los días sean días de la mujer, porque estoy segura que en reciprocidad haríamos que todos los días fueran días del niño, del hombre, de la familia y del amor. Todos y cada uno de los días.

--- por Ana Patricia Castañeda @GranComandante @estrogeno3

Fuente de los Mosuo: La Vanguardia, Barcelona, España.

Tuesday, March 1, 2011

Regálame un año más.

Cuando le dieron la noticia a mi hermana Chiqui de que su cáncer se había extendido por enésima vez, ahora al hígado y al cerebro, quiso dejar el tratamiento. Había estado luchando más de 4 años con una determinación inquebrantable. Por primera vez, consideró soltarse, dejar que las cosas tomaran su curso, rendirse ante lo que parecía inevitable. Estaba tirada en su cama, completamente drenada, cuando entró a verla Martín, su hijo mayor. Chiqui lo abrazó y le preguntó:

“Mi amor, ¿qué pensarías si abandono ya la quimioterapia, las radiaciones, la cortisona y toda esta tortura? No está funcionando. No creo que vaya a funcionar. Y yo ya no puedo más.”

Sabiendo que le estaba pidiendo algo imposible, mi sobrino le dijo la frase con la que mi hermana se levantó a dar la batalla final:

“No mamá. Por favor regálame un año más.”

Un año más con tu mamá es una eternidad. Es un año más de ejemplo, de apapachos, de consejos. Es un año más de historias, risas, apoyo incondicional. Es un tiempo al que no se le puede poner precio.

Sin embargo, eso no parece conmover a muchas de nuestras autoridades en la Secretaría de Salud, que están impulsando la modificación a "La Norma Oficial Mexicana 041-SSA2-2009 para la Prevención, Diagnóstico, Tratamiento, Control y Vigilancia del Cáncer de Mama" y pretenden, entre otras cosas, que la edad en la que se les debe realizar mastografías gratuitas a las mujeres asintomáticas quede hasta los 50 años. Esto va contra todas las recomendaciones internacionales, contra el sentido común y contra todas las mexicanas que no tienen dinero para pagar esta prueba.

Aprobar esta norma es robarle la oportunidad a miles de mujeres de hacerse este estudio vital a los 40 años, cuando está demostrado que es una herramienta que les puede salvar o alargar la vida. Es una herramienta que puede detectar el problema ANTES de que haya síntomas, cuando es temprano para actuar.

Uno de los principales promotores de esta iniciativa es Mauricio Hernández, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. A él parece no importarle las historias de las mujeres a las que se debe como servidor público, ni las familias que se rompan, ni los años que se pierdan. Parece que lo que le gusta es confundir con estadísticas que ni a él mismo convencen y ahorrarse dinero, esfuerzo y trabajo.

Este hombre ha caído en una serie de contradicciones impresionantes al tratar de justificar su postura. Por un lado, ha declarado que más del 70% de las muertes registradas por cáncer de mama se da entre mujeres arriba de los 50 años. Pero después, ha admitido que carecen de datos sobre las tasas de incidencia del padecimiento. Si bien hay poca información, la misma SSA ha publicado estudios que demuestran que cada vez más mujeres entre los 40 y los 49 años están enfermando.

Independientemente de que fuera cierto que hay un porcentaje mayor de muertes arriba de los 50 años, esto no habla del número de casos. Tampoco quiere decir que las muertes entre mujeres de 40 a 49 años sean menos dramáticas e importantes.

Una decisión sobre la edad en la que se administra una prueba tan vital debe estar documentada con argumentos incuestionables y contestar todas las dudas en lugar de generarlas. La SSA no cuenta con la información que justifique negarle a miles de mujeres una de las herramientas más reconocidas de prevención.

Algunas otras declaraciones del Subsecretario rayan en lo irresponsable y peligroso, cuando habla de los riesgos de la mastografía. En primer lugar, dice que las radiaciones que una mujer recibe durante la prueba pueden causarle cáncer. Está comprobado que cualquier persona recibe más radiaciones en un viaje de avión. ¿Cuántas mujeres dejarán de realizarse una mastografía gracias al miedo generado por una autoridad de salud? Esto es verdaderamente medieval.

Otro de los riesgos de los que habla es el posible daño psicológico en el caso de un falso positivo, que se da más frecuentemente en grupos de edad menores a los 50 años. Sin embargo, la mastografía no es el único examen. En caso de dar positivo, se realizan otros estudios como ultrasonidos o biopsias para confirmar el diagnóstico. ¿No es preferible pasar por un susto que no detectar un cáncer en una etapa temprana, cuando las posibilidades de tratarlo y curarlo son mayores? Sin mencionar que el dolor y el costo del tratamiento de un cáncer en etapa temprana es mucho menor.

Dijo también: "Tampoco es ético hacer una detección temprana si no existe la capacidad de personal e infraestructura para dar seguimiento y realizar la confirmación diagnóstica."¿Qué quiere decir con esto? Simplemente que para el Subsecretario es más fácil no diagnosticar porque si no después, también tiene que preocuparse por confirmar el diagnóstico y Dios no lo quiera, de ocuparse del tratamiento. Es demasiado trabajo para él.

Es cierto que en nuestro país enfrentamos retos muy serios en este tema. Hay pocos radiólogos calificados, por ejemplo. Pero la solución al problema no puede ser “hagamos menos mastografías”. La solución es capacitar a más y mejores radiólogos. Si hay pocos recursos, hay que conseguir más, pero una norma representa a lo que se van a comprometer nuestras autoridades. Por eso, debe estar basada en las necesidades y no en las dificultades. La norma debe contemplar proteger la salud de las mujeres, no justificar las deficiencias de nuestro sistema de salud descalificando una prueba que se recomienda a partir de los 40 años. ¿Con qué evidencias concretas nos van a convencer de lo contrario? Hasta ahora, yo no las he visto. ¿Las habrá visto el Secretario de Salud, José Ángel Córdova? ¿Dónde está él? ¿Esta enterado siquiera? ¿O está demasiado ocupado preparando su campaña para gobernador de Guanajuato?

Estamos en una carrera contra reloj. Las mujeres con cáncer de mama tienen prisa. La aprobación de la norma está planeada para abril. Simplemente, no podemos permitir que se apruebe tal como está.

La Fundación DARSER, de la que formamos parte, ha estado trabajando mucho para impedirlo. Hemos dado conferencias de prensa para alertar a los medios. Nos hemos manifestado frente a la SSA. Hemos hablado con senadores y diputados. Pero lo que necesitamos es sumar a mucha gente que se quiera unir a la lucha por todas las mujeres de nuestras vidas, sobre todo, las que no tienen recursos y a las que el subsecretario prefiere muertas, pero sin sobresaltos, sin sustos de falsos positivos, sin tiempo ni para darles tratamiento, que es otra responsabilidad que al parecer se quiere ahorrar.

Si estas de acuerdo que las mujeres mexicanas tienen el derecho a una mastografía gratuita a partir de los 40 años y que aprobar una norma que se los niegue es criminal, hazle saber tu opinión al Subsecretario Mauricio Hernández Ávila. Su correo electrónico es: mauricio.hernandez@salud.gob.mx y su twitter, @MHernan_

Su teléfono directo (publicado en la página web de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud) es: (55) 5062-1753. Ojala le llueva una avalancha de peticiones que lo haga reconsiderar.

Chiqui no logró regalarle a sus hijos un año completo, pero estuvo con ellos 8 meses más. Agradezco cada minuto, cada segundo de la vida que compartió con nosotros. Le deseo a todas las mujeres de mi país que puedan regalarle a sus familias el mayor y el mejor tiempo posible. Le deseo al señor Subsecretario el brote espontáneo de una almorrana sangrante.


--- por Martha Soler Mallet @cholechita


Si están interesados, este es un extracto del artículo de Javier Flores “Mamografía - la opinión de las organizaciones médicas” publicado en La Jornada.

Desde 2001 se publicó que el grupo de edad más frecuentemente afectado con cáncer de mama es el de 40 a 49 años; que globalmente las mujeres con cáncer de mama menores de 50 años representaron 45.5 por ciento del total de 29 mil 75 casos analizados del Registro Histopatológico de Neoplasias Malignas en México (Cáncer 2001; 91:863-8), y que la media de edad de las mexicanas con cáncer era de 51 años. En la revisión que hacemos ahora de casos tratados en las instituciones oncológicas de la ciudad de México (Hospital General de México, Instituto Nacional de Cancerología, Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional, Instituto Mexicano del Seguro Social e Instituto de Enfermedades de la Mama) a 10 años de distancia de esa publicación, es evidente que el grupo con cáncer de mama entre 40 y 49 años de edad representa entre 35 y 40 por ciento del total y que se mantiene la misma tendencia.

Sobre la pretensión del proyecto de modificación de la NOM-041 de incrementar la edad para las mamografías en mayores de 50 años, y sólo en casos especiales a las menores de ese rango, las organizaciones médicas señalan:

No hay sustento para tal indicación. Dado que la mujer mexicana desarrolla el cáncer de mama en 40 por ciento de las veces, entre 40 y 49 años, no podemos desproteger a ese segmento de la población, que además por la biología del tumor (evolución más rápida, más difícil diagnóstico por la densidad mamaria) y del tejido mamario, la mayoría de las veces se diagnostican en etapas localmente avanzadas (E-III) con el inherente mal pronóstico. Esto, sin tomar en cuenta que en ese grupo la pérdida de años productivos es mayor (21), con el consecuente impacto económico para el país y donde la afección sociofamiliar es más intensa por la edad de los hijos.